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Los Ortiz Pinchetti y sus divergencias sobre AMLO

Los Ortiz Pinchetti y sus divergencias sobre AMLO

Los Ortiz Pinchetti y sus divergencias sobre AMLO

Francisco Ortiz Pinchetti es ampliamente conocido en el acontecer periodístico nacional y en el extranjero, no de ahora sino hace más de 60 años como cronista social, de la fiesta taurina y, sobre todo, de la actividad política sexenal a partir de Adolfo Ruíz Cortínez a la fecha. Activo desde el viejo Excelsior y fundador de lo que fue la revista Proceso advierte: Si el próximo 2 de junio gana la elección presidencial MORENA y sus aliados, México se encontrará en permanente estado de emergencia nacional por el riesgo de que Andrés Manuel López Obrador continúe en el poder.

Francisco Ortiz Pinchetti

Opinión contraria a la de José Agustín Ortiz Pinchetti, quien desde el oficio de la política también ha sido testigo de la vida nacional casi siempre a lado de AMLO, el tabasqueño que está a punto de entregar el máximo cargo el primero de octubre a la triunfadora de la contienda electoral. Ambos pertenecen a la generación de la crisis mexicana que siguió a la decadencia de la Revolución y son los autores de DOS HERMANOS, UN PAÍS reciente libro distribuido por la editorial Porrúa.

Cada uno describe a su manera el momento histórico que han vivido. En palabras de José Agustín: Los gobiernos clásicos del PRI, el colapso político del sistema con la matanza de Tlatelolco en 1968 hasta Miguel de la Madrid; la fortaleza de las tendencias conservadoras, el auge de los tecnócratas; el difícil tránsito de un régimen político autoritario y corrupto a una alternancia fallida y después un cambio cuyo destino no está claro justo en medio de la sucesión presidencial de 2024.

Agrega: Mi hermano estuvo con Julio Scherer García en los momentos estelares del periódico Excelsior y después en el nacimiento y desarrollo de la revista Proceso. Ha escrito varios libros y fue reconocido con distinguidos premios como el mejor reportero.

Respecto a mí, fui consejero ciudadano en el primer momento de la ciudadanización del Instituto Federal Electoral (IFE) y después fui secretario de Gobierno cuando Andrés Manuel López Obrador fue jefe de Gobierno de la Ciudad de México. Después fui diputado federal y encabecé las redes obradoristas en los estados de Hidalgo, Morelos y Puebla, entre 2005 y 2012. He sido parte activa en el movimiento de AMLO.

En 2019 asumí la Fiscalía Especializada en Materia de Delitos Electorales (FISEL).
En una cafetería de la colonia del Valle, Paco, como le llaman, cuenta de sus pininos en publicaciones ligadas a los jesuitas, de Miguel Ángel Granados Chapa que lo presenta con Vicente Leñero; de su juventud en Jueves de Excelsior y Revista de Revistas, en la que fue jefe de Información; del 68, cuando le tocó un balazo y redactó su crónica convaleciente, de los fraudes electorales que cubrió en el norte del país.

En su larga carrera FOP padeció el golpe que Luis Echeverría asestó a Excelsior en 1976, formó parte del grupo que con Julio Scherer a la cabeza fundó Proceso, semanario que codirigió antes de su salida en el 2000. Cronista de la trancisión política mexicana, el caso Chihuahua, 1986, fue clave en su carrera. Sus reportajes sirvieron de base para que la Organización de Estados Americanos resolviera contra México por el fraude electoral al pueblo de esa entidad.

Universidades de todo el país le otorgaron en 1990 El Premio Nacional de Periodismo Manuel Buendía, pero después cubrir la campaña presidencial de Vicente Fox provocó su salida de la entonces principal publicación política de México sin que el reclamo de unos 300 periodistas de todo el país lo pudiera impedir. Mediante un acuerdo del medio informativo se evitó el litigio laboral con Francisco Ortiz Pinchetti quien posteriormente llegó a una dirección efímera de la agencia Notimex y publicó “El Fenómeno Fox. La historia que Proceso censuró”, libro en el que denunció una “alianza perversa” del semanario con el candidato del PRI, Francisco Labastida Ochoa, para no publicar nada del adversario panista.

Eran los tiempos en que Julio Scherer ya había abandonado desde 1996 el liderazgo en la famosa publicación, provocando la división, etapa del periodismo nacional que también aborda Ortiz Pinchetti en su más reciente obra en coautoría.

— En tus consideraciones se nota un aborrecimiento profundo contra Andrés Manuel López Obrador.
— Porque es un populista, un autoritario que engaña al pueblo. Salimos de la dictadura priista y El PEJE amenaza con otra a través de Claudia Sheinbaum. Lo he advertido reiteradamente. Su libro de cabecera es El

Príncipe de Maquiavelo. Ha usado durante todo el sexenio los programas sociales como una compra adelantada de votos, lo que significa una planeación demasiado maquiavélica.

Convencido desde hace décadas de que López Obrador es un tramposo, el cronista de la transición política rechaza que el presidente de México tenga como objetivo el bienestar de la mayoría en pobreza. “Socialismo no es ni creo que vaya a ser. Es un enamorado del poder. Y el poder enloquece. Un caudillo que no puede presumir de honestidad porque mentir es su oficio. Puede ser –argumenta—que no haya robado nada pero quienes lo rodean sí. Y mucho.

Reportero toda su vida, Francisco Ortiz Pinchetti abunda en su descripción lo que es lugar común en México acentuado por el protagonismo del presidente López Obrador: la división que ha provocado en todas partes. “Divide a las familias, desacredita a sectores completos; descalifica, confronta, controla cada vez más a la prensa”.

Observa que “los medios de comunicación se han ido agachando, doblando; que los conductore se acobardan. Y lo peor, que ha cambiado la forma de hacer periodismo con sus Mañaneras donde una pregunta a modo se lleva hasta 45 minutos. Hay que recuperar a la prensa seria”, sentencia.

No duda que el PEJE ha manejado de manera eficaz a la opinión pública. Sus conferencias matutinas “son un instrumento de propaganda muy poderos. Más de lo que se supone. Permiten una presencia diaria, cotidiana del presidente de la República, cuyas informaciones y afirmacions o tienen posibilidad de réplica. Contesta sólo lo que le da la gana e inclusive usa a falsos ‘comunicadores’ para que le formulen preguntas cómodas o inclusiv preparadas por su oficina. Y nada le afecta”.

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Acusa que hoy todos los periodistas críticos del gobierno somos corruptos y “chayoteros”, cómplices de los conservadores, que lo único que buscamos es el regreso de las prebendas y canonjías de que disfrutábamos “en la época neoliberal”. Muchos, añade, se lo creen; y un logro suyo es que ha debilitado al gremio.

Y no se diga la satanización de los “adversarios” donde entran empresarios, científicos, intelectuales y religiosos. Sus fracasos, son culpa de gobiernos anteriores. Todo lo malo, lo heredó y de ahí no lo sacas. Para Francisco Ortiz Pinchetti el fenómeno AMLO se explica también por las dádivas que el “gobierno del bienestar” repartes a viejitos, jóvenes, campesinos, estudiantes y madres solteras. El efecto, resalta, es descomunal, es mañoso al combinar el éxito de usar personalmente los impuestos que pagan millones de mexicanos.

“Sobre todo en el caso de los viejitos. Como quiera, son tres mil 850 pesos que reciben cada dos meses. Muy buenos. El agradecimiento que les provoca su pensión se extienen además a los miembros de su familia, para los que resulta un alivio a sus responsabilidades. Y tiene así un efecto multiplicador, sobre todo en el contexto de una cultura popular tan proclive y sensible a la dádiva, a lo gratis, al regalo. La gran mentira que difunde Morena con fines abiertamente electorales es que si los neoliberales regresan al poder suspenderán esas entregas, no obstante ser beneficios ya inscritos en la Constitución”.

Con todo esto, al cronista le sorprende que López Obrador mantenga el nivel de aceptación en las encuestas. Parece que sus pifias, contradicciones y fracasos están blindadas. No le hacen mella, dice, la militarización del país, la violencia cotidiana, los homicidios múltiples, los femenicidios, los asesinatos de periodistas; la falsa inauguración de la refinería de Dos Bocas, el aeródromo de Santa Lucía, la opacidad en los costos del Tren Maya…

“Algunos atribuyen ese fenómeno al carisma propio del mandatario. La gente lo quiere y le cree. No importa qué haga o deje de hacer. Efectivamente proyecta la imagen de un tipo honesto, incapaz de robarse un centavo. Como si mentir, difamar, acusar sin pruebas, solapar y encubrir a los corruptos de su entorno, o el manejo criminal de la pandemia del Covid-19 en función de intereses políticos electorales, la opacidad en el manejo de los recursos, la asignación directa, sin licitar ocho de cada 10 contratos de obra pública, no fueran actos de flagrante deshonestidad”.

Reconoce que no pocos creen que encabeza un “gobierno de izquierda” sin ver que, afirma, todas las medidas tomadas por él van en sentido contrario. Sin embargo, lamenta, hay quienes le mantienen su apoyo, algunas de manera radical y hasta violenta.

DOS HERMANOS, UN PAÍS se empezó hace años. La pandemia suspendió las frecuentes reuniones que tenían los autores. No exentas de discusiones. Se reanudaron con el acuerdo de no hablar de política. Cada uno siguió con su historia fragmentada por sexenios. Como en todas partes, las pasiones se encienden. Pero de ahí no pasa. José Agustín sigue en la política, Francisco en el periodismo como director de Libre en el Sur, publicación zonal, independiente, en la alcaldía Benito Juárez. También colabora en Sin Embargo, medio digital.

Ambos capaces de hacer crónica de su generación y de su época.


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