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Los debates

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“Nunca podrás rebatir la verdad, querido Agatón; rebatirle a Sócrates no te será difícil.” Camelot.

El INE ha fijado tres debates obligatorios para las dos candidatas y el candidato. Aunque dice que es obligatorito, si no asiste alguna, como se supone que Claudia Sheinbaum no irá más que a los dos primeros, no se dice qué pasará. Si habrá una multa o sanción.

El 7 de abril será el primero, luego el 28 de abril y el 19 de mayo. Serán transmitidos por tele y radio y los moderadores ya se buscan. Los debates son importantes. Quien va arriba no los quiere, caso Claudia Sheinbaum, pero quienes van abajo quisieran uno diario, como pidió uno semanal el candidato de MC. Alguna vez de hace algún tiempo, había un candidato que aventajaba al otro. Uno se llamaba Richard Nixon, el otro era un joven senador que irrumpió en la contienda cuando todo su equipo le decía que aguantara, que estaba muy joven para esos andares, era John F. Kennedy.

Eso era 1963 y apenas crecía la televisión. En el debate, Nixon se veía cansado, avejentado y sudoroso, contrastaba con la frescura del reinado de Camelot, que llegaba como la sangre nueva de la política, a sus 43 años. El bronceado de Kennedy se impuso. Quienes lo escucharon en radio, dijeron que Nixon había ganado el debate, pero quienes lo vieron en la tele, optaron por JFK. Según Pierre Salinger, su jefe de prensa en la Casa Blanca, “sin esos debates a Kennedy le habría sido imposible resultar electo, y para ser más exacto, sin el primer debate porque la mayoría de la población tomó su decisión de elegirlo y con los tres restantes no hizo más que confirmarlo.”

Durante 59 minutos, setenta millones de personas observaron cómo discutieron temas propios de los EE.UU. El intercambio de palabras no se realizó de manera agresiva pero Kennedy apareció, siendo más joven, más resuelto y mirando a cámara interpeló a la audiencia: “Creo que es hora de que los Estados Unidos comiencen a ponerse en movimiento otra vez”. Así ganó

 

LOS OTROS DEBATES

Hubo uno donde quien resultó ganador en el Debate no ganó la contienda. Unos dicen que porque fue aconsejado que mejor negociara la misma. Fue Diego Fernández de Cevallos, el famoso Jefe Diego, contra Cuauhtémoc Cárdenas y Ernesto Zedillo. Los hizo leña. Ganó a vara alzada, como dicen en las carreras de mi pueblo cuenqueño. Pero, al final se impuso Ernesto Zedillo. Hubo otro en la tele entre el mismo Diego y Andrés Manuel López Obrador, esa la ganó AMLO por acusaciones directas de que Diego era un corrupto, Así se lo dijo en su cara, pero tampoco ganaron. La más reciente fue en 2018.

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Allí López Obrador se fue contra Ricardo Anaya, su más cercano competidor, porque José Antonio Meade, dicen las malas lenguas, ya Peña Nieto lo había vendido y negociado, y el Bronco ni perfilaba. Allí AMLO le asestó aquella frase de Ricky-Rikin-Canallin, que se volvió un meme y en tik tok lo hicieron un musical. Anaya cometió un error, en lugar de ir sobre el contrincante mayor, se fue contra Peña Nieto, a quien juraba que lo metería a la cárcel. Por eso, cuentan los historiadores, Peña pactó con AMLO para que Anaya nunca llegara. Fue tal el convenio, que Anaya tuvo que irse exiliado del país, so pena de purgar cárcel, porque el poder cuando se ejerce, te mete a la cárcel.

Fue historia muy contada. Hubo uno que fue chusco, en el año 2012 debatían los candidatos y quien ganó fue una edecán, que se paseó frente a los candidatos, llevando las boletas del turno de aparición. Julia Orayen fue la ganadora del Debate. Salió de allí a firmar contratos con la revista Playboy y con Open y programas de televisión. El nenorro Peña Nieto se hacia el desentendido, cuando la modelo se paseó con un vestido blanco ceñido al cuerpo, luciendo su anatomía espectacular, el escote de la modelo acaparó miradas, sobre todo de Gabriel Quadri, que se le fueron los ojos por la edecán del IFE, y ni se acordó de sus rivales y se quedó con ojos cuadrados, como su apellido.

Fue algo similar a aquella campaña del Futbol de México 86, cuando una modelo apareció con la canción del shiquitibum a la bim bom bao, y ese comercial cervecero, hasta la fecha, se sigue recordando. Ella se llama Mar Castro y así brincó a la fama.


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