¿LLEGARON LOS DIOSES?
Rodolfo Lara Lagunas
Se reitera: el primer esclavista de América fue Cristobal Colón. Al no encontrar oro suficiente promovió redadas de nativos para someter y distribuirlos como esclavos a sus ambiciosos compañeros, después de que –según sus propias palabras—los taínos isleños lo habían recibido “con amor”.
Pero la condición de esclavos provocó también las primeras rebeldías de los taínos. Y tan pronto como se construyó Villa Navidad y se quedaron en ella 39 españoles, éstos cometieron una serie de abusos, pese a la ayuda que seguían recibiendo, en ausencia de Colón, que provocó la rebeldía del jefe taíno, Caonabó; quién destruyó totalmente la Villa, exterminando a todos sus moradores. Los taínos nunca creyeron que los españoles fueran dioses; de ahí su rebeldía y lucha. A su regreso de España y al enterarse Colón del desastre de Villa Navidad ordenó la persecución del dirigente taíno.
Finalmente, éste fue hecho prisionero y para no asesinarlo, dado la fama que había alcanzado entre los suyos, el almirante prefirió mandarlo a España. Durante el viaje Caonabó dejó de comer, muriendo y siendo arrojado al mar. Pero la lucha no terminó. Su esposa Anacaona mantuvo en rebeldía a su pueblo. Al no poder vencerla, el sustituto, Nicolás Ovando, en el gobierno de La Española (hoy, república Dominicana y Haití) invitó a ésta a una fiesta para supuestamente buscar algún entendimiento. Estando presente Anacaona los españoles la atacaron, prendiendo fuego al sitio y aprehendiendo a la dirigente, para después ahorcarla, quemando vivos, además, a sus seguidores.
(1504c.C). Años después—1511—el jefe taíno, Huatey huyó de Santo Domingo a Cuba. Aquí es detenido y al negarse a ser bautizado es quemado vivo, estando presentes, entre otros, Diego Velázquez y Hernán Cortés. Como se deduce de la conducta de europeos y nativos; los taínos al principio recibieron con afecto a los extranjeros al grado de darles alimentos y mujeres, pero nunca los vieron como dioses. Por ello cuando vieron el resultado de la invasión española se rebelaron. La destrucción de Villa Navidad es la muestra del espíritu rebelde de los taínos. Y esto hay que subrayarlo porque cuando lleguen al actual territorio nacional se nos ha repetido que los mexicas y otros pueblos vieron en ellos a dioses, de ahí el temor que supuestamente tuvieron los indígenas mesoamericanos con su llegada.
El trabajo esclavo exterminó prácticamente a los taínos. Por ello Diego Velázquez, gobernador de Cuba, impulsó una serie de expediciones cuyo propósito fundamental, además de la obtención del oro y plata, fue conseguir mano esclava. Ya para entonces se habían establecido las encomiendas, sistema que permitía, además del despojo de tierras, la entrega de entre doscientos a cien nativos a los españoles, que les servían para trabajarlas y supuestamente para cristianizarlos.
Hay que señalar que este sistema de explotación lo creó el almirante Cristobal Colón al no encontrar el suficiente oro. Con estos métodos de terror y traición, los hispanos invadieron territorio americano. Siendo gobernador de Cuba, Diego Velázquez, envió en búsqueda de oro y de esclavos tres expediciones al actual México. La primera fue encabezada por Francisco Hernández de Córdova, la segunda por Juan de Grijalva y la tercera por Hernán Cortés. Al mando de 115 hombres y tres pequeñas embarcaciones, el Capitán Francisco Hernández de Cordova partió del puerto de la Habana el 8 de febrero de 1517. La expedición tenía como propósito la obtención de oro y la captura de mano de obra, esclava, dada la escasez de esclavos en las islas antillanas, provocada por el genocidio de los nativos que habían cometido los invasores al someterlos y tenerlos en calidad de esclavos.
El 4 de marzo, afirma el cronista Bernal Díaz del Castillo, soldado que estuvo en las tres expediciones, llegaron a Cabo Catoche (Quintana Roo), península de Yucatán, en donde fueron recibidos mediante engaños: “cones catoche, cones catoche, anda acá a mis casas”; siendo finalmente atacados. ¡Ningún respeto le tuvieron a los hispanos, menos vieron en ellos a supuestos dioses! En este encuentro bélico los expedicionarios tuvieron 15 heridos, en tanto que los indígenas mayas vieron morir a quince de los suyos. Los españoles tomaron prisioneros a dos indios que bautizados se llamaron Julián y Melchor. Abandonando este lugar prosiguieron su viaje descubriendo Campeche. Al continuar su travesía y pretender proveerse de agua en Champotón—primero de abril—en donde fueron recibidos bélicamente. Aquí tampoco los invasores fueron vistos y esperados como dioses. En esta cruenta batalla los españoles tuvieron 57 bajas, recibiendo su capitán diez flechazos, llamándose desde entonces Costa de la Mala Pelea. Sólo un soldado salió ileso de herida alguna. Ante el fracaso evidente se decidió regresar a Cuba. Al pasar por la Florida la expedición trató de proveerse, otra vez, de agua, siendo también atacados por los nativos. Aquí tampoco vieron a los castellanos como dioses, sino como lo que eran, intrusos. En esta batalla murió el soldado que había salido ileso en Champotón. Otro murió por beber demasiada agua. Por parte de los indios murieron 25 hombres. Al regresar a la Habana, a principios de mayo, murieron por las heridas tres soldados más; así como el Capitán Francisco Hernández de Córdova, a consecuencia de las heridas. En total, murieron en esta primera expedición 63 hombres.
Es importante recordar que los nativos de Cabo Catoche, Champotón y de la Florida no recibieron pacíficamente al invasor extranjero, sino al contrario, lo combatieron valientemente. ¿Presentían acaso su futuro de esclavos? Lo más probable es que las experiencias sufridas en su vida de relación con otros pueblos les hayan dejado recuerdos amargos. Un hecho resulta, sin embargo, claro; los nativos mayas que vivían en la costa del golfo de México atacaron con valor a los intrusos. No eran pueblos cobardes ni servirles, ni creían que los españoles fueran dioses. Tampoco pensaron, en el caso de los mayas, que regresaba Ce Acatl Topiltzin– Quetzalcóatl. 3 A pesar del fracaso de la primera expedición, la ambición española en torno a la obtención de riquezas fabulosas en las nuevas tierras, motivó la organización de la segunda. El gobernador de Cuba, Diego Velázquez, hizo los preparativos correspondientes nombrando como capitán a Juan de Grijalva. Con un contingente superior (alrededor de 250 hombres) y con la esperanza de encontrar “todo el oro y plata que se pudiese” la armada salió del puerto de Matanzas el 8 de abril de 1518. Procurando seguir la ruta anterior descubrió Cozumel; en Champotón se volvió a combatir, siendo herido el propio capitán Juan de Grijalva. Después del triunfo obtenido por los españoles continuaron su viaje descubriendo la laguna de Términos. El 8 de junio de 1518 vio, por primera vez, paisaje tabasqueño. Afirma Bernal Díaz del Castillo: “Navegamos costa a costa junto a tierra hasta que llegamos a un río que llaman Tabasco, que allí le pusimos río Grijalva. Este río se llama Tabasco porque el cacique de aquel pueblo se decía Tabasco.” La historia nos informa que el pueblo al que llegaron los españoles se llamaba Potonchán y estaba ubicado en la margen izquierda del actual rio Grijalva, frente a la hoy ciudad Puerto de Frontera, perteneciente al municipio de Centla. Habitada por chontales-mayas y gobernada por el jefe Taabs Coob, quién era hermano del gobernante de Champotón. Al acercarse los españoles al pueblo, aparecieron cincuenta canoas de guerreros chontales dispuestos a combatir a los extraños extranjeros. Grijalva, a través de Melchor y Julián, les expresó su deseo de intercambiar productos y evitar la guerra. Frente a los indígenas el capitán les dijo que “venían de tierras lejanas y que eran vasallos de un gran emperador llamado don Carlos” y que ellos “le debían tomar por señor”.. Los indígenas respondieron que aceptaban el trueque pero que no aceptaban el vasallaje puesto “que señor tienen”. El capitán los abrazó en señal de paz, evitando de este modo el encuentro militar. Al otro día, estando presente Taabs Coob se intercambiaron pescado asado, gallinas, frutas, tortillas y algunas joyas de oro por cuentas verdes que daban a cambio los españoles. Aquí, Grijalva se enteró de la existencia de México- Tenochtitlán. Al continuar su viaje llegaron hasta el Pánuco, de donde decidieron regresar a Cuba.
Las noticias llevadas por Grijalva a Cuba, respaldadas por el oro recogido, impulsaron la tercera expedición. Se prometía, una vez más, la conquista de nuevas tierras y que “además les darían sus partes de oro y plata o riqueza que hubiere y encomienda de indios”. Con 508 soldados, 200 isleños, 100 artesanos y marinos, además de 16 caballos, salió la expedición en once navíos de la Habana el 10 de febrero de 1519. Velázquez, gobernador de Cuba, nombró a su compadre capitán de esta expedición; pero de inmediato se arrepintió desconociéndolo, nombrando a otro en su lugar. Enterado Hernán Cortés desobedeció la orden y partió de inmediato de la Habana en condición de rebelde a una autoridad superior. Siguiendo las rutas anteriores llegaron a Cozumel el 19 de febrero; aquí se enteraron de la existencia de 2 españoles, quienes habían naufragado 8 años atrás con otros 14 hombres y 2 mujeres. Cortés intentó rescatarlos, aceptando sólo Jerónimo de Aguilar. Gonzalo Guerrero, quién se había casado con una indígena maya y tenía hijos, se negó a partir. Así nacieron los primeros mestizos mexicanos. Pasando por islas Mujeres, Campeche y Champotón llegaron al río Grijalva el 22 de marzo de 1519. En esta ocasión los españoles fueron recibidos por doce mil guerreros dispuestos a pelear. Como con la llegada de Grijalva los chontales mayas de Tabasco no vieron a ellos como dioses ni a Cortés encarnando a Quetzalcóatl. Este hecho es muy importante. Significa que el mito del retorno de Topiltzin-Quetzalcóatl no estaba generalizado en toda Mesoamérica, como algunos historiadores sostienen. Y que, por lo tanto, es falso que los indígenas se sintieran inferiores, por considerar a los invasores españoles como seres divinos, superiores. Este mito lo difundieron los cronistas españoles, comenzando por Hernán Cortés y Bernal Díaz del Castillo, para justificar la esclavitud y dominio español sobre la supuesta inferioridad de los indígenas mesoamericanos. Haciéndose entender a través de Jerónimo de Aguilar, Hernán Cortés intentó evitar el enfrentamiento bélico. Al no aceptarse la paz ambos contingentes se prepararon para la guerra. En las primeras escaramuzas los españoles vencieron a los chontales, logrando éstos entrar al pueblo, que ya estaba totalmente deshabitado. La batalla final se dio el 25 de marzo de 1519. Temprano y después de oír misa los españoles se trasladaron a la llanura de Centla, a una legua del pueblo. A su encuentro salieron los tabasqueños. “Y se vienen como rabiosos-afirma Bernal Díaz del Castillo, y nos cercan por todas partes y tiran más de 60 de los nuestros, y con las lanzas pies con pies, nos hacían mucho daño. Nosotros con los tiros y escopetas y ballestas y grandes estocadas no perdiamos puntos de buen pelear.” Mientras se combatía bravamente la caballería conducida por Hernán Cortés atacó por la espalda haciendo huir a los indígenas. Los indios creyeron, al no haber visto nunca a estos animales, que el caballo y el caballero “eran todo uno”. Al vencer los españoles, con el apoyo de la caballería y con la aparición de “Santiago, el patrón religioso hispano”, que supuestamente también combatió, según testimonio de los propios españoles, éstos celebraron su triunfo cambiándole el nombre al pueblo de Potonchán; le llamaron desde entonces Santa María de la Victoria. En Centla quedó el testimonio de la primera batalla antiimperialista en tierras tabasqueñas. Tampoco los tabasqueños vieron a los hispanos como dioses ni con ellos el regreso del jefe tolteca, Topilzin—Quetzalcóatl. Como reconocimiento del triunfo español, el jefe chontal les entrego 20 mujeres esclavas, entre ellas la Malinche, quien fue entregada por Cortés a Alonso Hernández Portocarrero. Posteriormente, al llegar a Veracruz, lo envía a España para explicar su situación rebelde al gobernador de Cuba, convirtiéndola en su amante y traductora, ya que doña Marina (o Malinche) dominaba el maya y el náhuatl. Tuvo con ella un hijo a quién puso por nombre Martín, pese a que ya tenía como hijo legítimo, al ser casado, a otro que también tenía el mismo nombre. Su esposa vivía en Cuba. 5 Cortés, como salió de Cuba desobedeciendo las órdenes del gobernador, Diego Velázquez, y dado que un grupo de españoles partidarios de éste quería ya regresar a Cuba establece un campamento en el actual puerto de Veracruz y utilizando una de las mañas electorales envía a sus adversarios a explorar partes del territorio mientras que, con sus aliados realiza una reunión en donde funda el ayuntamiento – ¡sin existir pueblo alguno!-para de esa manera evitar la dependencia jurídico-política con el gobernador de Cuba y apoderarse del mando total de la expedición.¡Él nombra al cabildo y éste lo nombra Capitán general de la expedición! De este modo sólo tiene que rendirle cuentas al rey de España. Y para evitar la fuga de algunos compañeros hacia la isla del Caribe inutilizó los barcos. A este hecho se alude cuando se afirma que Cortés quemó sus naves. Aún así, hubo intentos de rebeldía por algunos españoles. Pero una vez descubiertos fueron sancionados al estilo cruel del capitán. “Cortés dictaminó contra los presos, setenciando a dos a morir a la horca, cortar a otro los dedos de los pies, y dar doscientos azotes a otro más.”( Montell, 2003) Permaneciendo en Veracruz Cortés recibió una embajada de mexicas encabezada por Teudile. Tan pronto intercambiaron regalos, Cortés preguntó por la existencia de oro. El jefe de la delegación, a su vez, interrogó al capitán español porqué les interesaba tanto este metal. La respuesta cínica quedó registrada en la historia: “es que los españoles tenemos una enfermedad en el corazón que se cura con el oro”. De este modo entraron en contacto los futuros enemigos. También Cortés recibió en este sitio otra delegación texcocana que pertenecía a una facción enemiga de los mexicas. Por ella se enteró del mito de Quetzalcóatl. Estando en este campamento fue invitado por una embajada de indígenas totonacas a visitar a su jefe, el llamado Cacique Gordo. A quién nombraron así por su corpulencia. El jefe totonaca los atendió adecuadamente para luego quejarse del dominio mexica, de los tributos que tenían que dar cada año y de los jóvenes que tenían que entregar para los sacrificios humanos mexicas, a quien también llamaban colúas. El cacique le hizo notar que este odio hacia los mexicas era generalizado entre todos los pueblos vecinos de los aztecas que también sufrían la tiranía mexica. Haciendo notar que Tlaxcala era su principal enemigo, mientras que Cholula era un aliado del imperio mexica. Durante las pláticas le propuso formar una liga o alianza de todos los pueblos sometidos contra los mexicas. Y se comprometió a enviar una embajada a Tlaxcala para invitarla a formar parte de esta liga. Salió la embajada, pero regresó sin el consentimiento o acuerdo planteado. Así, Cortés preparó su ida a Tlaxcala.