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HISTORIAS que contar……. LA EXPROPIACIÓN PETROLERA

HISTORIAS que contar……. LA EXPROPIACIÓN PETROLERA

HISTORIAS que contar……. LA EXPROPIACIÓN PETROLERA
Por: Rodolfo Lara Lagunas.

Con la invención del motor de combustión interna nació el automóvil. Este invento propició que el petróleo y sus derivados –aceites, plásticos, insecticidas, gas, fármacos, fertilizantes, etcétera– adquirieran una importancia extraordinaria. La escasez y la condición de recurso no renovable hacen del petróleo una fuente de constantes conflictos políticos y militares en todo el mundo.

El dictador Porfirio Díaz auspició la penetración del capital extranjero otorgando concesiones (entre ellas, el petróleo) y exentando de impuestos a los inversionistas. A cambio recibió migajas: Así, el hijo del dictador, Porfirio Díaz Jr. figuraba en el consejo de administración de la Pan American Railway y de la petrolera inglesa “El Águila”;  su suegro y esposa –doña Carmelita– eran accionistas de esta compañía. El mismo Pearson –dueño del Águila– regaló acciones al presidente Díaz, “quién años más tarde las vendería en París durante su destierro”. Esta asociación, perversa para el país, se multiplicaba en cada una de las entidades federativas y entre las autoridades respectivas.

            La Revolución Mexicana, que estalló el 20 de noviembre de 1910, derrotó primero al dictador Porfirio Díaz y posteriormente al general Victoriano Huerta, quien traicionó al presidente Francisco I Madero, ordenando su asesinato, junto al vicepresidente, José Ma. Pino Suárez.

Para establecer un nuevo régimen se crea una nueva Constitución promulgada por Venustiano Carranza el 5 de febrero de 1917. Ésta en lo referente al petróleo establece: “ Las expropiaciones sólo podrán hacerse por causa de utilidad pública y mediante indemnización”… “Tratándose del petróleo y de los de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos o de minerales radiactivos, no se otorgarán concesiones ni contratos, ni subsistirán los que, en su caso, se hayan otorgado y la Nación llevará a cabo la explotación de esos productos, en los términos que señala la ley reglamentaria respectiva”(artículo 27)

La experiencia tabasqueña resume la situación creada por las empresas extranjeras en la explotación 3del petróleo:

“En 1921 se presenta en Tabasco el inglés James de Rotschids (el Duquesito), representante de las compañías petroleras El Águila y la Royal Dutch. Para respaldar sus actividades petroleras tenía guardias blancas (pistoleros a sueldo) y el respaldo del jefe de la guarnición militar Luis T. Mireles,(El Pinto). Estos grupos armados cometían una serie de arbitrariedades con los campesinos.

. Ante ello, el gobernador, Tomás Garrido Canabal, mandó llamar tres veces al Duquesito y tres veces recibió la misma respuesta: No tengo tiempo para atender a ese señor.  Garrido enviaba sus quejas al Pinto Mireles y éste nomás tomaba notas. ¿Quién mandaba en Tabasco?

El asesinato de un indígena de Tepetitlán (Macuspana) irritó al gobernador. Garrido, entonces, ordena a un comando plagiar a James de Rotschids. Lo secuestran y lo trasladan a Guatemala. “En el trayecto, el duquesito trató de escapar y siguiendo previas órdenes de Garrido, le dieron cincuenta azotes, con la advertencia de que en la próxima serían cien. Y Rotschids aceptó con humildad franciscana su condición de reo: harapiento y sin zapatos y con una soga al cuello, durante las caminatas nocturnas. De Rotschids y su arrogancia imperial, no quedaba más que un guiñapo humano”.

El escándalo se desató en la prensa chayotera de la ciudad de México y Garrido es citado en la presidencia de la república.

“ Obregón le habló de las protestas inglesas, de la belicosidad imperial, de la difícil situación financiera de México y le reclamó su muy personal forma de hacer justicia. Garrido escuchó y luego le explicó detalladamente el proceder del Duquesito, los atropellos de sus guardias y la irreverencia ante el gobierno del Estado. Obregón se indignó y le dijo a Garrido estas palabras de fuego: el presidente de México condena su proceder, pero el ciudadano Álvaro Obregón lo felicita y le aconseja: para la próxima, dele más azotes y mándelo a chingar a su madre”.

El sucesor, General Plutarco Elías Calles intentó frenar los abusos. Para ello en 1925 promulgó la Ley Petrolera que reglamentaba el artículo 27 Constitucional; de este modo se aplicaría el orden constitucional. La respuesta norteamericana no se hizo esperar. Se planeó una invasión para apoderarse de la zona petrolera y formar lo que se hubiera llamado la República Del Golfo de México. Calles al tomar conocimiento se comunicó con el presidente Calvin Coolidge informándole conocer los planes norteamericanos. El presidente gringo cambia de embajador y envía a Dwight Morrow, quien convence a Calles para anular su propia ley.

En 1934 asume la presidencia de la república el general michoacano Lázaro Cárdenas del Río. Y en su gobierno se decreta el 18 de marzo de 1938 la Expropiación Petrolera de las compañías petroleras extranjeras. ¿Cómo se desarrolló este proceso?

Antes de tomar posesión y durante los tres primeros meses de su mandato se desató una ola de huelgas encabezadas por los petroleros, electricistas, transportistas y telefonistas. Y mientras Calles hacía pronunciamientos en la prensa contra las huelgas, Cárdenas se deshace de los funcionarios callistas, desplaza de los mandos militares a los partidarios del llamado Jefe Máximo, destituye gobernadores, remueve a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la nación y finalmente destierra al contrarrevolucionario en que se había convertido el general Elías Calles.

Los más de diez sindicatos petroleros que existían se unifican y se adhieren a la reciente creada Confederación de Trabajadores de México. dirigida por Vicente Lombardo Toledano. El 3 de noviembre de 1936 el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), a través de un contrato colectivo, demandó una serie de prestaciones económicas y administrativas que pretendía igualar las condiciones laborales. Éstas se resolvían con 26 millones de pesos, mismos que se negaron a pagar.

La huelga estalló en toda la zona petrolera del país provocando caos y desorden económico. Como esto afectaba a la nación, más que a los extranjeros, la CTM pidió a la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje que el litigio fuera declarado un Conflicto Económico a fin de provocar la suspensión de la huelga, mientras una comisión de peritos estudiaría la situación económica de las empresas.

El dictamen emitido por la comisión informó lo que los mexicanos ya intuían: los petroleros extranjeros vendían a México más caros los productos petroleros que a los países extranjeros; los salarios de los trabajadores petroleros eran inferiores al de los electricistas y mineros; no contaban, además, con servicios médicos dignos. Pagaban más impuestos en su tierra que en nuestro país. Conclusión: las empresas si podían pagar los 26 millones demandados.

En diciembre de 1937 la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje emite un dictamen a favor de los trabajadores y en contra de las compañías extranjeras. Estas se niegan a acatar el laudo y recurren al amparo ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación. El 1º. de marzo de 1938 la Corte negó el amparo a las corporaciones trasnacionales.  Las compañías, aun así, se negaron a respetar el fallo del tribunal supremo. Ante esta negativa el conflicto sindical se había convertido en un problema político-nacional.

En efecto, si las compañías extranjeras no acataban las decisiones de las autoridades nacionales, entonces ¿Quién mandaba en el país? ¿Había o no presidente de la república? ¿Tenían mayor autoridad 17 compañías que el Jefe del Estado Mexicano? En esos términos estaba planteado el conflicto. Afortunadamente Cárdenas respondió al reto con patriotismo y valentía. Sin embargo, todavía el 7 de marzo el General tuvo una reunión con los representantes de las compañías para ver si había condiciones para un arreglo. Estos de manera soberbia trataron al presidente:

–¿Y quién nos garantiza que el aumento será solamente de 26 millones?

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–Yo lo garantizo.

–¿Usted?

–Si, lo garantiza el Presidente de la República.

El que preguntó no pudo contener una leve sonrisa. El Presidente Cárdenas se puso de pie y les dijo: “señores, hemos terminado”. (Fernando Benítez, “Lázaro Cárdenas y la Revolución Mexicana”). El 12 de marzo del mismo año Adolfo Hitler invade con sus tropas a Austria. La Segunda Guerra Mundial ¡se había iniciado!. El momento de la expropiación había llegado

A Estados Unidos no le convenía invadir a México ya que tarde o temprano tendría que entrar a la guerra en contra de los países fascistas. (Como así fue). Esta coyuntura política-militar evitó que el presidente de los Estados Unidos se aliara con los dueños de las compañías petroleras. Cuando éstos fueron por la mañana del 18 de marzo al Palacio Nacional para aceptar pagar los 26 millones de pesos, era demasiado tarde. Por la noche, a través de la radio, el presidente Lázaro Cárdenas informó que, con base a la Ley Expropiatoria y al artículo 27 constitucional, por causa de utilidad pública y a favor de la nación, expropiaba todos los bienes de las compañías petroleras inglesas y norteamericanas, comprometiéndose el gobierno a pagar la indemnización respectiva en un plazo que no excedería de diez años.

El decreto en su parte fundamental afirmaba:

“Artículo 1º. Se declaran expropiados por causa de utilidad pública y a favor de la Nación, la maquinaria, instalaciones, edificios, oleoductos, refinerías, tanques de almacenamiento, vías de comunicación, carros tanques, estaciones de distribución, embarcaciones y todos los demás bienes muebles e inmuebles de propiedad de la Compañía Mexicana de Petróleo “El Águila, S.A.,  Compañía Naviera San Cristóbal, S.A., Compañía Naviera San Ricardo, S.A., Huasteca Petroleum Company, Sinclair Pierce Oil Company, Mexican Sinclair Petroleum Corporation, Stafford y Compañía, S. en C., Pen Mex Fuel Company, Richmond Petroleum Company de México, California Standard Oil Company of México, Compañía Petrolera el AGCI, S.A., Compañía de Gas y Combustible Imperio, Consolidated Oil Company of México, Compañía Mexicana de Vapores San Antonio, S.A., Sabalo Transportation Company, Charita, S.A. y Cacalilao, S.A.” ¡Por fin después de veinte años la Constitución, producto de una sangrienta lucha en donde murieron alrededor de un millón de mexicanos, se hacía realidad! La dignidad había triunfado sobre el dinero. México, al fin, era soberano.

. Como el mismo presidente expresó en el manifiesto dirigido a la nación: “Las compañías petroleras han alentado casi sin disimulo, ambiciones de descontento contra el régimen del país cada vez que ven afectados sus negocios… Han tenido dinero, armas y municiones para la rebelión. Dinero para la prensa antipatriótica que las defiende. Dinero para enriquecer a sus incondicionales defensores. Pero para el progreso del país no hay dinero”.

Pero la resistencia imperialista y oligárquica todavía dio sus patadas de ahogado al financiar el último levantamiento militar en contra del presidente Cárdenas por haber expropiado las empresas petroleras extranjeras. Se hizo a través del general Saturnino Cedillo, quien se rebeló en San Luis Potosí y que al no contar con el apoyo popular respectivo fue aprehendido y pasado por las armas. Una muerte más a cuenta de las ambiciones imperialistas. A este levantamiento hay que agregar un conjunto de acciones que entorpecieron la marcha de la nación en la economía y en la vida política del país, tales: el rompimiento de las relaciones diplomáticas de Inglaterra con México; Estados Unidos declaró un boicot a los productos mexicanos. Las empresas expropiadas sacaron sus dólares del país, retiraron a sus técnicos, sus barcos y los carros tanques, amén de haber destruido parte de los equipos. LA CONCAMIN y la CONCANACO llamaron bandoleros a los trabajadores. Hubo fuga de capitales y, finalmente, se produjo la devaluación del peso mexicano. Al año siguiente se fundó el Partido Acción Nacional para oponerse a la expropiación y al reparto de tierras. Pero el pueblo no abandonó a Cárdenas; en todo el país hubo manifestaciones, mítines y cooperaciones  económicas para pagar la indemnización. De este modo  expresó su alegría ante la derrota imperial.


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