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Gobierno subsidia renteros

Gobierno subsidia renteros

Gobierno subsidia renteros

En la ciudad de México el dinero público va a parar a los bolsillos de privados. Esto sucede a favor de las personas que tienen casas de alquiler, quienes luego de la lucha de sus inquilinos, por obtener seguridad, agua, iluminación, los desalojan para que las rentas se dupliquen porque ya los anteriores habitantes de esas casas y departamentos lucharon para aumentar la plusvalía de los renteros.

El gobierno tiene la obligación de proporcionar seguridad, iluminación, agua potable, caminos, etc. que en algunos casos se implementan luego de muchos años de abandono de los gobiernos y que se otorgan gracias a las luchas de la gente que vive en esos lugares pagando renta; sin embargo, una vez logrados los objetivos, quien se considera con derecho de aumentar la renta es el dueño, quien desaloja o presiona a sus arrendatarios para que dejen la vivienda, cobrando ahora el doble de la cantidad anterior porque ahora ya cuenta con todos los servicios.

Aquí el dinero público va directo a los bolsillos de los renteros, previo maltrato de los inquilinos a quienes les obliga a ir a vivir a un lugar sin servicios. Y una vez que llegan a su nuevo hogar deben empezar a luchas por obtenerlos en beneficio del propietario que hace lo mismo que el anterior, de tal suerte que un segmento de la población se convierte en el mejor gestor de los beneficios de quienes tienen propiedades para rentar.

El padrón de contratos de arrendamiento podrá contribuir para que las viviendas mejoren, al mismo tiempo que habrá control para que las rentas no aumenten de manera desproporcionada haya equidad entre arrendador y arrendatario. Las ventajas se inclinan de parte de quienes es dueño de la vivienda, que es quien tiene el poder. Esa persona puede prohibir tener niños, coches, mascotas, fiestas, invitados, etc.

Las condiciones las pone el dueño y no el inquilino, ante la necesidad de vivienda debe aceptar el que renta, a pesar de que es, en la mayoría de los casos es víctima del poder injustificado, en un trato entre el amo y el sirvo, de quien le resta esa casa.

Se regularizan los incrementos de las rentas con un mismo inquilino, pero no se regulan las diferencias de rentas entre el anterior y el nuevo inquilino cantidad que aumenta considerablemente, y dicho incremento no se reporta al fisco, sobre todo en los casos donde los servicios se ponen al corriente, gracias a los esfuerzos de quienes ya se fueron a vivir a otro lado para que se enriquezcan, sin despeinarse siquiera, los propietarios de las casas y departamentos en renta.

La selección y elección que los propietarios realizan como condición para otorgar en renta sus viviendas, está basada en la subjetividad, pero sobre todo en la discriminación y el clasismo, con el pretexto de garantizar el pago puntual de sus rentas.

El contrato de arrendamiento no es un acuerdo entre iguales sino entre alguien que hace una concesión a quien considera inferior por el simple hecho de haberlo seleccionado y que está en deuda permanente con el rentero por hacer ese favor, como si no fuera a pagar renta por la ocupación de la vivienda.

La relación entre arrendador y arrendatario es una muestra de la gran diferencia social, de las contradicciones sociales, incluso ahí inicia la polarización real de la gente y no en los discursos oficiales ni es las disposiciones de gobierno.

En esa relación no hay ley ni justicia, y sus resultados repercuten para mal en toda la sociedad mexicana, en la ciudad de México y en el resto del país. Sólo en algunos casos se denuncia que el dinero público beneficia particulares pero se olvidan de los parasitarios renteros.

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Sin embargo, vemos cómo quienes rentan son los más férreos enemigos del actual gobierno, a pesar de que cuentan con todas las facilidades para ganar dinero, algunas veces sin pagar impuestos, y aprovechando la lucha de sus inquilinos.

Nunca en la ciudad de México se ha visto una protesta de quienes rentan viviendas, son los consentidos de los gobiernos de todos los partidos en detrimento de la economía de los más vulnerables y que se caracterizan por ser improductivos completamente.

Los renteros han sido los privilegiados de la ciudad de México, a cuyos bolsillos se va buena parte del presupuesto del gobierno capitalino, luego de que sus inquilinos lucharon por alcanzar esos derechos. Aquí hay una inversión pública que sirve de insumo para elevar los costos de las rentas de particulares.

Nadie está contra la propiedad privada pero no puede subsidiarse a quienes más tienen a costa del esfuerzo de los que están destinados a pagar, de por vida, renta. Los renteros en lugar de agradecer a sus inquilinos los tratan mal y en lugar de corresponder al gobierno, se convierte en sus más férreos disidentes, a pesar de que viven y viven bien, sin trabajar gracias al esfuerzo de sus inquilinos.


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