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EN LA FERIA DEL LIBRO

EN LA FERIA DEL LIBRO

Traiciones que vienen

Cada vez que un libro cambia de manos, su espíritu se fortalece. Camelot.

Treinta días después de estar metido en un laberinto de encierro médico, por fin se hizo la luz y acá ando en mi primera salida chayotera, que es donde vivo, ¿Qué de dónde amigo vengo?. Voy con Chicharito a la Feria del Libro orizabeña, en el camino recorrí en la mente cuántas ferias del libro he estado, la de Guadalajara un par de veces, sin duda la mejor de habla hispana, mejor que la de Madrid, allí alguna vez se me peló Mario Vargas Llosa, La de Madrid es feria importante. De libreros y viejas librerías. Alguna vez de hace una veintena de años caminando por una calle argentina tope con la gran Librería El Ateneo, que es todo un teatro pero lleno de libros. Dicen los conocedores, que los mejores libros que encuentras en las librerías son los que no buscabas, Es cierto. Una vez me pasó. Comencé a platicar con un viejo vendedor de libros, todos ellos son cultos, viven entre el libro que habla y el alma contesta. Le pregunté de un libro, me dijo: Ha leído Groucho Marx y yo, le dije que no y se lo comprè. Es un libro extraordinario que aun guardo en mi escritorio frente a mis ojos para que no lo preste ni lo regale.

Tengo la fortuna y puedo presumir que tengo unos 3500 libros, desde chico compraba al precio de 40 pesos, me gustó la lectura y por ese lado me fui, ya me deshice de algunos, a una universidad orizabeña le entregué 500 y a Tzoncolco con los muchachos estudiantes indígenas, les envié algunos más. Aunque voy a seguir obsequiando otros cuantos estos días, porque los que ya leí pues ya no me sirven y a alguien le servirán. Algún escritor decía con justa razón, que cuando leía un libro lo regalaba. García Márquez comprò como 100 Pedro Paramos para que leyeran a Juan Rulfo.

Hay libros difíciles, alguna vez a un amigo periodista de Córdoba, ya fallecido, hombre culto me pidió que en mis viajes al extranjero, que suelo hacer, si pudiera le consiguiera una copia de Los idus de marzo, del gran Thornton Wilder, en una vieja librería de Pérez Galdós se lo encontré. Compre dos por si las moscas. Libros difíciles que poco mercado tienen y no vuelven a editarlos, pero son ya joya. Es el caso de la muerte de Julio César, de manos de los traidores, como hay muchos ahora en México.

De libros viejos está hecho mi caminar, en Cuba hay tantos libros viejos, en cualquier esquina los encuentras ofreciendo a gente pobre, doloroso teniendo a grandes escritores como Leonardo Padura, a grandes músicos que su música se mantiene casi en el anonimato, ese sitio donde vivió 30 años el gran escritor Hemingway y que este mal nacido dictador, hijo comunista de Fidel Castro, Diaz-Canel, tiene sometido a su pueblo contra su voluntad y viven en la pobreza, formando fila para que les den sus alimentos cuando una buena parte de ellos crearon y dieron el gran nacimiento a Miami, por eso serás maldecido Díaz-Canel y ojalá la furia de Marco Rubio te alcance un día para que te vayas exiliado a Rusia.

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MI AGRADECIMIENTO: A mi hija Marymar y a mi yerno Luis, que se fletaron conmigo todo un mes de quirófano, hospital, médicos, hotel, enfermeras y atenciones médicas, días y noches inquietas, lejos de casa. Fueron de gran ayuda para ese mes difícil de convalecencia, también a Ximena, Belén y JC, a Paty, la enfermera de casa, que me marcaba mejor que a Messi y no dejaba que se escapara una sola pastilla. Y claro, a la jefa Maty, que no desmayó un segundo. Gracias, sin ustedes hubieran sido días más difíciles. Y a todas aquellas y aquellos que con sus oraciones me sacaron adelante. Estoy listo para otros años más, cuando el Patrón lo decida.


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