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¿En dónde está el centro político?

¿En dónde está el centro político?

¿En dónde está el centro político?

El centro democrático mexicano no está equidistante entre izquierda y derecha. Siempre ha sido difícil de definir, pero sí está hoy entre los que se ajustan al sentido común, la sensatez, la lógica, el sentido de la proporción y todos esos atributos personales de los políticos que separan al hombre de los primates.

El centro político, antropológicamente considerado, no se encuentra entre los que sólo escogen la posición ideológica y se ubican entre liberales y conservadores, entre revolucionarios y reaccionarios, entre fifís y chairos declarados, entre federalistas y centralistas, como apunta la historia d este país.

Esas geometrías políticas quedaron olvidadas cuando la población se frustró ante la derecha amarga y la izquierda sedicente impulsiva. Porque en el fondo siempre se fue lo mismo. Hoy, el ochenta por ciento de ciudadanos reniegan del partidismo, rechazan ser catalogados en cualquiera de esas definiciones, ya superadas por la experiencia.

México hoy exige seriedad, conocimiento del paño, experiencia, profesionalismo probado, conocer el difícil arte de gobernar un país moderno necesitado de visiones de gran calado. Ya no quiere más locos, iluminados, impulsivos, creyentes en destinos superiores del pueblo.

Hay que tener una visión integral del mundo

Hoy, conocer y ajustarse a la ley, saber a fondo los rebotes de las decisiones y del aparato, la interrelación económica entre las regiones productivas y menesterosas es más que nunca indispensable en grado extremo.

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Conocer la ubicación de México en el mundo, las vinculaciones geoestratégicas, ya no es un asunto de voluntarismo, ni es una cuestión que pueda solucionarse sólo con buenas intenciones. México está ubicado en medio de una vorágine política y económica que es necesario descifrar.

Sobre todo, no creer que, abusando de la presunción de pequeñas virtudes, todas finalmente prescindibles, sino tener una visión integral del mundo, una visión de gran calado que no permite perderse en las pasiones ni en los instintos primarios de todo individuo fuera del poder. Del inmenso poder que otorga la Constitución.


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