El sueño revolucionario

Van 60 años de lucha armada revolucionaria por el socialismo en México y seguro el próximo año serán 61, y así sucesivamente; hasta el fin de la humanidad.
(Autores como Fritz Glockner y Jacobo Silva Nogales —el comandante Antonio, del ERPI—, sostienen que esta historia la inició Rubén Jaramillo, en 1942)
Mucha sangre joven derramada desde que se perdió la primera batalla, el 23 de septiembre de 1965, en el ataque al Cuartel Madera, en Chihuahua; y parece que nada se ha logrado; pero no es así.
A mí me ha tocado envejecer junto con los proyectos revolucionarios (los guerrilleros vivos son más viejitos que yo) y he sido testigo de múltiples acontecimientos que han cimbrado y cambiado al país.
Seguramente no hemos logrado construir el país que queremos, con el que soñamos, pero se debe reconocer que el México de hoy es infinitamente mejor que el de 1965, 1968 o 1971.
Si no mal recuerdo, la llamada apertura democrática inició después de las masacres estudiantiles de Tlatelolco y el Casco de Santo Tomás. Se autorizó la creación de partidos de oposición al PRI, pero no se les permitió ganar; ni siquiera en 1988 en que fue obvio el triunfo del FDN, con Cuauhtémoc Cárdenas a la cabeza.
Llegó 1994 y el Ejército Zapatista nos ilusionó con el sueño revolucionario. Así estuvimos, ilusionados, hasta que el famoso Subcomandante Marcos decidió romper con las Fuerzas de Liberación Nacional y la lucha se quedó atascada en la defensa de los derechos de los pueblos indios o pueblos originarios.
Otras organizaciones decidieron sumarse a la guerra (el EPR, en 1996), pero se enfrascaron en luchas intestinas y a los dos años estaban divididos.
Una vez más, la revolución se hizo impensable; imposible.
Eso no quiere decir que en el 2025 no existan organizaciones armadas revolucionarias. Las hay, aunque notablemente diezmadas y sin más accionar que la elaboración de sus órganos de difusión.
A lo que voy, es que la lucha armada revolucionaria por el socialismo se ha hecho más difícil, con la llegada de gobiernos que gozan de más del 70 por ciento de aprobación.
Y que ha hecho falta que éstos, los gobiernos de AMLO y Claudia Sheimnaum, reconozcan el aporte que las organizaciones armadas revolucionarias han hecho en la transformación democrática del país.