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El secreto del balcón

El secreto del balcón

El secreto del balcón

Antes de entablar una negociación difícil o cuando enfrentamos una encrucijada, debemos subir a un imaginario balcón y mirar desde ahí como se desarrolla todo.

Al tomar distancia de lo que acontece se pueden descubrir salidas que no existían. Se vuelven perceptibles los propios sesgos, obstinación y prejuicios. El balcón es la metáfora de “tomar distancia”. La simple acción nos remite a un mapa integral de todos los actores, posiciones e inopinados puntos de convergencia.

El balcón es esencial en la generación de acuerdos, pero también la llave para salir de conflictos o enmarañadas posiciones.

Muchos autores creen que esa acción de tomar distancia implica dar un paso atrás. Sin embargo, de manera inconsciente el retroceder es perder. Se requiere entonces una metáfora más fidedigna para vislumbrar distintas rutas, poseer una visión integral y plantear soluciones nuevas.

Cuando la incertidumbre o ansiedad carcome la mayor parte de nuestros pensamientos y acciones, es necesario ir al balcón. Bíblicamente se refieren a este sitio como “subir a la montaña”. Es la geografía donde se habla con Dios o se regresa a la calma. Hay quien asevera que es el regreso al hogar.

Ese retorno está lleno de posibilidades, entre ellas una trascendental: quitarnos el maniqueísmo de optar por buenos o malos y optar por una visión auto transformadora o “posibilista”. Es decir, encontrar oportunidades en lo negativo y asumir que cualquier situación presenta oportunidades.

No se trata de ejercer un optimismo ciego, alejado de la realidad, es diseccionar desapasionadamente las situaciones y generar puntos en común o acuerdo.

Cuando se logra este primer acercamiento es posible una mayor apertura a propuestas no consideradas.

El secreto del balcón es evitar enfrascarnos en una situación o estar a la defensiva. Se trata de escuchar verdaderamente a la contraparte. Es sólo concentrarnos en “mirar hacia abajo”. Desde un estadio más alto (como la aludida montaña), aparece una conexión con la serenidad y es posible detectar de manera más fidedigna una situación determinada.

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En un acuerdo es escuchar verdaderamente a la contraparte. Detectar sus temores, sesgos y esperanzas. Empatizar con sus puntos de vista, establecer convergencias…

En los conflictos internos implica volver nítida la sabiduría milenaria y akáshica que flota en el ambiente. Es conectar con sabidurías ancestrales.

La cúspide emocional es la serenidad del ser. Es el punto idóneo para hablar con nuestras deidades y seres queridos que ya trascendieron. Es acercarnos a la perfección y oír nítida la voz de Dios a través de consejos de nuestros padres y la guía de nuestros ancestros. Es la sabiduría que está en las raíces.

El lado obscuro del ranqueo emocional se ubica en la ira, y hasta abajo, la apatía. Contrarestarlos implica tomar nuevas acciones y decisiones con calma. Lograrlo se relaciona con actuar desde la serenidad. Por eso debemos mirar desde el balcón.


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