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El regreso del hombre naranja

El regreso del hombre naranja

El regreso del hombre naranja

El ya inminente e inevitable regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, sin duda es histórico para nuestros vecinos del norte, algo sin precedentes en la historia política de ese país y pinta un escenario ominoso para México.

Trump, ahora respaldado por un apoyo renovado y una base más radicalizada, se convierte en el primer presidente estadounidense en asumir el cargo tras haber sido declarado culpable en múltiples procesos judiciales. La nación más poderosa del mundo, tendrá un delincuente para dirigir su destino los próximos 4 años.

Pero no es algo que solo competa solo a los “Fellow Americans”, sino al mundo, pero especialmente a México que queda en una posición extremadamente vulnerable en temas clave como migración, comercio, seguridad, narcotráfico y relaciones bilaterales.

Trump ha prometido retomar su agenda migratoria con mayor dureza, incluyendo la finalización del muro fronterizo y la implementación de políticas más severas contra los migrantes.

Durante su campaña, declaró que “ningún otro país sufrirá tanto como México por nuestra nueva política migratoria”.

¿Y esto qué significa? una mayor militarización de la frontera y deportaciones masivas que sobrecargarán los recursos mexicanos en la atención a los retornados.

Ya los puntos estratégicos de la frontera esperan una oleada de deportaciones y ahora mismo se están habilitando refugios en bodegas, parques, estacionamientos y no hay recurso que alcance, ni que se otorgue.

Además, la colaboración forzada bajo el programa “Remain in Mexico” podría revivirse, dejando a decenas de miles de migrantes atrapados en territorio mexicano en condiciones precarias.

Trump ha demostrado su disposición a utilizar los aranceles como herramienta de presión política. En su primer mandato, amenazó con imponer un arancel del 25% a todos los productos mexicanos si no se intensificaban los esfuerzos para detener la migración.

Ahora, con un Congreso dividido y un electorado que exige acciones contundentes, estas amenazas podrían materializarse, poniendo en riesgo la economía mexicana, altamente dependiente del comercio con Estados Unidos.

El discurso de Trump ha incluido acusaciones directas contra México por la crisis de los opioides en Estados Unidos. En 2024, declaró que “la culpa es de los cárteles mexicanos y de un gobierno que no hace nada para detenerlos”.

Su retorno trae bajo el brazo una presión sin precedentes para que México permita operaciones militares estadounidenses en su territorio, una violación a la soberanía que podría ser respaldada por un Congreso republicano.

El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC) no está exento del escrutinio de Trump, quien considera el acuerdo como “demasiado blando” en lo que respecta a sus términos para los trabajadores estadounidenses. Su insistencia en renegociar el tratado podría paralizar las cadenas de suministro y desestabilizar industrias clave como la automotriz, afectando millones de empleos en México.

La administración de la Cuarta Transformación (4T), liderada por Claudia Sheinbaum (guiño), se enfrenta a un dilema ante el regreso de Trump.

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Ante la amenaza de sanciones comerciales o presiones migratorias, es probable que la 4T ceda a las demandas estadounidenses, comprometiendo la soberanía y los intereses nacionales.

La postura de la actual presidenta no es clara es más bien ambigua frente a Estados Unidos. Mientras defiende una narrativa de resistencia en el discurso interno, sus acciones podrían alinearse con la política de sumisión de la 4T. Este doble discurso exhibe su incapacidad para defender sus intereses.

El panorama para México en los próximos años es sombrío. Con un Trump recargado en la Casa Blanca, podría surgir una crisis humanitaria en la frontera, una guerra comercial que paralice sectores clave de la economía y una mayor intervención estadounidense en asuntos de seguridad. La soberanía de México se verá comprometida, y el proyecto de la 4T quedará deslegitimado, dejando al país en una posición de mayor dependencia y vulnerabilidad.

La pregunta que queda es si México será capaz de articular una estrategia de resistencia o si sucumbirá a las presiones de un vecino cada vez más hostil y poderoso. Lo cierto es que el segundo mandato de Trump representa un reto monumental que pondrá a prueba la capacidad de liderazgo y autonomía de la nación.

Una prueba que de suyo, se ve difícil superar.

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