El poder de las historias para enseñar, inspirar y enamorar
Retar a la imaginación e inteligencia es un recurso de las marcas para cautivar a sus usuarios. Una de las herramientas para lograrlo es a través de las narrativas. Su poder de seducción es tan grande que primero se empleo en la educación y más tarde las empresas comenzaron a adentrarse en el fascinante arte del storytelling.
Los objetivos de la narrativa empresarial fueron cautivar a los diversos públicos como clientes reales y potenciales, pero más allá del marketing, las historias se consolidan como una herramienta para motivar y arraigar a los colaboradores.
Incluso el 35 por ciento de los empleados que consideran dejar sus trabajos, argumenta que una de las principales razones para ello son los “líderes indiferentes y poco inspiradores”. Se refieren a quienes no les importan las personas, suelen bajar la moral, alimentar el desgaste, impedir la adopción de nuevas formas de trabajo y ralentizar la implementación de estrategias o cambios.
¿Qué tiene que ver esto con las narrativas? Que tienen la virtud de establecer nuevas perspectivas acerca del propósito de vida y trabajo, lograr el involucramiento y empatía de los colaboradores con la causa empresarial e incrementar la participación y compromiso.
Aunque el 70 por ciento de las transformaciones fracasan, seis de los diez principales arrepentimientos de los líderes se relacionan con la mala comunicación. Muchas veces no se hace de una manera empática o inspiradora.
Entonces, la pregunta crucial es ¿cómo encender pasión, despertar la creatividad y motivar a las personas a contribuir de manera duradera?
Uno de los enfoques más efectivos es la narración de historias. El difunto Steve Jobs, cofundador de Apple, sostenía que “la persona más poderosa del mundo es el narrador, porque establece la visión, valores y agenda de toda una generación”.
Incluso, hablar en público con énfasis en la narración de historias es una de las habilidades fundamentales que los CEO y otros líderes deben dominar en esta década, según un estudio de McKinsey realizado a 18,000 profesionales de negocios de 150 países.
Y contar una historia reúne estos principios: enfocarse en la audiencia, cerrar la brecha entre dónde está la audiencia y a dónde espera llevarla, comprender las emociones de la audiencia y hacer que la historia sea real para ellos permite atraer, inspirar y generar acción.
Recursos como imágenes, metáforas, analogías y anécdotas hacen que una historia sea memorable y repetible. Al igual que un esfuerzo de marca, estos elementos pueden crear una abreviatura para el cambio que aprovecha lo que es importante para las personas.
Incluso, una historia de cambio convincente, compartida a todos los niveles, puede marcar la diferencia entre la inercia y la inspiración.
Antes de comenzar a narrar se debe clarificar qué debo decir y, según nuestras audiencias, establecer el tono de la comunicación y procurar tener varias anécdotas que ilustren y generen emociones, más allá de los datos. La manera más sencilla de saber qué decir es analizar la misión, visión y valores empresariales. Son el norte que guiará nuestras narrativas.
