El Obispo Marcelino
Dios, tu mar es tan grande y mi bote tan pequeño. Camelot.
Columna ACERTIJOS por Gilberto Haaz Diez
Como son Días Santos de la Semana Mayor, lo mejor es hablar de las iglesias y de sus curas. Yo Mero les digo curas, porque el Papa Francisco así dijo que debíamos llamarles, y le hago caso. Hay una bella anécdota del Papa, cuando lo acababan de nombrar jerarca de la iglesia católica, hizo una entrevista a un diario italiano, debió haber sido el afamado Corriere de lla Sera, que es el que leo como Crónica de Tierra Blanca. El Papa Francisco mostraba su lado humano, y contó un consejo que siempre le endilgó su padre. Le dijo: “Cuando llegues arriba saluda a todos, porque cuando estés bajando serán los mismos con los que te vas a encontrar”. Eso a él no le ocurrirá nunca. Porque su trabajo que encontró (Papa) es eterno, hasta que la muerte se lo lleve o abdique como Benedicto, aunque cuando Benedicto lo hizo el mundo se preguntaba si un Papa abdica, renuncia o dimite. Vaya usted a saber, los vaticanólogos sabrán qué es eso y cómo se come. Cuando el Papa Benedicto pidió permiso para irse, el siguiente paso fue consultar el diccionario de la Real Academia Española, que nos da algunas pistas: la primera acepción de abdicar, la más apropiada en este caso, es ‘ceder su soberanía o renunciar a ella’ según una definición que empieza aclarando que esto es ‘dicho de un rey o príncipe’.
Dimitir, dice el DRAE, es ‘renunciar, hacer dejación de algo como un empleo, una comisión, etc.’
Y por último renunciar supone ‘hacer dejación voluntaria, dimisión o apartamiento de algo que se tiene, o se puede tener’ o ‘desistir de algún empeño o proyecto’.
Lo cierto es que Francisco esperará los tiempos, como todos ellos, y ahí seguirá reinando, aún después de que víspera de Semana Santa se metió al hospital Gemelli a un chequeo.
AQUEL TIEMPO DEL CAMBIO
Pues este Papa Francisco, un mal día nos cambió del Obispado de Orizaba al buen amigo, Marcelino Hernández Rodríguez (76 años). Un hombre bueno que ejercía de Obispo y lo envió de cambio a Colima. Nos dejó en la orfandad de los ‘juebebes’, donde no se bebe solo se cenaba, y ya nunca más lo volvimos a tener. Un buen día Pepe Ramírez, que es su ahijado, lo llevó al Grupo y allí permaneció hasta que se marchó y a su barco le llamó libertad. Ahora es Tavo Rodríguez Pasquel con quien mantiene contacto, pero Pepe me avisó que el Obispo cumple su 25 aniversario episcopal y 50 aniversario sacerdotal, ahora como Obispo Emérito de Colima, lo va a celebrar allá ante la feligresía. El gran Marcelino, un día vino y vino y se tomó un vino y se fue, como Marcelino pan y vino. Suerte y muchas felicidades y que siga conservándose, bien cuidado por Dios, uno de sus pastores en la tierra.
Aunque Marcelino es potosino (nació en San Luis Potosí), nosotros lo sentíamos veracruzano y chayotero. Hombre de buen conocimiento para las reuniones de los contertulios, siempre su plática era de buena vibra, de buenos conocimientos de la vida. Cada jueves llegaba a la cena con nosotros, y alegraba nuestros corazones y momentos. Un día de 2014, el Papa lo cambió de sitio, a ese sacerdote que es filósofo y teólogo del seminario Diocesano de Guadalajara y en Orizaba, en el año 2008 le dieron la bienvenida en el Toreo la Concordia de Orizaba. Llegaron en aquel entonces, el gobernador Fidel Herrera Beltrán. Marcelino venía avalado y bendecido por Norberto Rivera Carrera, y en ese evento se vio la presencia de doña Christiane Magnani de Alemán, esposa de Miguel Alemán, y de la familia Vázquez Raña, dueños de los hospitales Ángeles y las televisoras, con el jalapeño Ricardo Ahued y su esposa, Claudia Vázquez, y el patriarca mayor, Olegario. Hubo en la noche una cena en el rancho El Edén, del ingeniero Luis Gutiérrez Príncipe (qepd), para celebrar el obispado orizabeño de Marcelino, pero esa es otra historia para otro día.