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El día que llegaron las lluvias

El día que llegaron las lluvias

ACERTIJOS por Gilberto Haaz Diez

Como aquella vieja canción francesa de Les Djinns ‘Le jour où la pluie viendra’ (El día que llegaron las lluvias), que cantaría el orizabeño francés Carlos Lartigue, así estábamos cantando la noche de ayer, junto a aquella otra clásica: Singing in the rain, que no es otra que, Cantando bajo la lluvia, película y baile del gran Gene Kelly. La calor, diría Minga, una gente de mi pueblo, estaba canija, manito. La temperatura en esta tierra que está rodeada de altas montañas y tiene un Pico llamado de Orizaba, era tremenda, a veces esperábamos irnos a Ojo de Agua a darnos un chapuzón, ahora que ya no hay lanchas con cuales chocar, porque esa agua es bien fría y porque baja del volcán del Pico, así como los cuenqueños irían a su rio Julieta, porque El Amate ya debe estar seco, o con poca agua, o ese Arroyo Hondo, donde aprendimos a nadar y Pemex secó con sus porquerías petroleras. Cosas de los recuerdos de la niñez. El calor atarantaba, los ventiladores pujaban día y noche, quien tenía clima lo aprovecha, aunque ahora para encenderlos hay que pagar la luz carísima, porque si algo tiene este país es que su energía eléctrica es muy cara, gracias a Bartlett, quien no puede pisar territorio americano porque, en primera no tiene Visa, que no ha tramitado hace añisimos, y en segunda le debe dar mello lo atrapen los sherifes pisando la aduana americana. Por aquel caso Kiki Camarena, que le endosaron.

SE MIRA RELAMPAGUEAR

Como a las seis de la tarde, se miraba relampaguear, como aquella canción donde el cielo está encapotado. Se esperaba el primer aguacero, que no era de mayo, según cantaban el dueto Los Bribones, los truenos asolaban. Retumbaban en su centro la tierra. De repente, comenzó a caer un poco de granizo, no tanto, me reportaban que, en la zona alta rumbo a La Perla, tierra de campesinos, allá si caía fuerte, y eso es malo para sus cosechas, porque, si por un lado el agua es vital para sus sembradíos, el granizo quema algunos. Llovió a madres, diría un cuenqueño. De Xalapa, la corresponsal Isabel Vélez, reportaba lluvia constante. Córdoba, algo, en la Cuenca, Cira Tejeda anunciaba en su página que llovía en la llamada Novia del Sol, Tierra Blanca, y no debía llamarse así, debía llamarse sobrina del diablo, por el calor, no por lo malo de su gente, que es buena, a excepción de algunos malosos. Llovió una media hora. Aproveché para salir a refrescarme un rato, saqué el auto y me fui a un 7/24, las tiendas-súper de la familia Jiménez Balmori, una gran inversión orizabeña en la esquina de Tlachichilco. Colonia cercana a mi casa, conocida como Santa María Tlachichilco. Bajé a la tienda, acababa de llover, cesaba de llover diría el poeta. Juan Rulfo hablaba de las noches: “Porque tenía miedo de las noches que le llenaban de fantasmas la oscuridad. De encerrarse con sus fantasmas. De eso tenía miedo”. A mí no me entró el miedo, Orizaba tiene una gran seguridad policiaca municipal, una patrulla merodeaba, aquí se puede caminar tranquilo por las noches, el parquecito estaba con la luz apagada, quizá por los relámpagos o porque esos de luz del ayuntamiento andaban de fiaca, pero oscuro daba una bella sensación, tiene a un lado un altar a la Virgen, en México veneramos a nuestra Virgen en cada esquina si se pudiera y Orizaba, desde la Colonia y tiempos de La Conquista y del Imperio, ha sido una ciudad católica, prueba de ello son sus muchas y bellas y legendarias iglesias, que por las noches iluminan a este Pueblo Mágico y lo hacen ver ciudad de primera, muy mochilona, diría un agnóstico, pero festejando todas sus fiestas religiosas. Su nombre Tla=Raíz del sustantivo “Talli” que significa tierra. Chichil= Raíz del adjetivo “Chichiltik” que significa rojo o colorado, Tlachichilco, según Wikipedia. Caminé rumbo al puente y tomé un par de graficas de los dos lados, corría con poca agua, porque el rio logra inundarse y a veces desbordar el agua a las colonias, cuando llueve arriba en las montañas, ahora se ve que llovió solo en el centro y aledaños. El Pico de Orizaba amaneció con la nieve hasta las faldas. Bello. Antonio Machado, que de caminar sabe algo por aquello de no hay camino, se hace camino al andar, escribió: “No tengo un nuevo camino, sino una nueva manera de caminar”. Así Yo Mero ayer, cuando aproveché y salí a caminar un poco, como cronista de a pie.


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