El camino indeterminado de las decisiones
Las decisiones son el producto más fidedigno de la proactividad y de nuestra capacidad para cambiar nuestro mundo y entornos. Son herramientas de realización y expresión de lo que somos y hacemos. Pero su inmensidad tendemos a restringirla.
Falsamente asumimos que las mejores decisiones se toman enfocadas en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Al sistema STEM le otorgamos la supremacía de inteligencia y certeza.
Aunque este enfoque imperó en el mundo durante mucho tiempo, diversas irrupciones como la pandemia mundial del Covid-19, mercados recesivos, entornos de guerra, cambios climáticos e incertidumbre y volatilidad en general, hoy nos marcan un alto a las cosas que asumimos como inamovibles desde siempre.
Aparece entonces el llamado pensamiento crítico u holístico. La manera de integrar diferentes disciplinas en nuestra percepción para encontrar conexiones no imaginadas y, por ende, otras perspectivas y soluciones. Implica enriquecer perspectivas.
Una nueva óptica está encaminada a generar decisiones más rápidas, fuera de los parámetros tradicionales y en este escape al convencionalismo hallar imaginativas ideas y soluciones.
Una buena toma de decisiones es obtener información y tomar decisiones rápidas basadas en datos.
¿Datos? ¡Eso nos lleva al camino de los números irremediablemente! Pues no. Es momento de valorar la información cualitativa también. No todo se limita a números, no todo puede simplificarse de esta manera. Crear conexiones inauditas, obtener conclusiones diferentes y derivar ideas de ellas requiere rapidez sintética.
Se requiere entonces aprender a hacer las preguntas correctas, detectar patrones y procesar esa información en paralelo con nuestra comprensión de la situación de manera más amplia. Es decir, romper la secuencia lógica de pensamientos para ver la situación como un todo.
La inteligencia convencional se desdibuja. La inteligencia no radica en tener respuestas sino en hacer las preguntas correctas para obtener los resultados deseados.
La pregunta clave no es ¿Qué nos dicen los datos?, sino enfocarnos en los que deseamos saber. En la enorme maraña de datos que tenemos ahora, no se vale andar en un laberinto desconocido y ver a donde nos conduce, sino establecer a priori lo que buscamos.
En términos muy simplistas, es que establezcamos decisiones a prior y luego las justifiquemos con datos. Armar con ellos narrativas convincentes para obtener los resultados deseados.
Si. Este objetivo no está alineado con la lógica lineal e inamovible, pero si responde a nuestros propios sesgos, emociones y credos. Si nos hacer reconocer nuestras emociones, contradicciones y verdaderos anhelos.
