Diferencias o división en partidos


Una de las responsabilidades históricas de los partidos políticos es la cohesión alrededor de sus ideas, para contar con el consenso para tomar el poder a través de los votos. Así, un partido político divide a la sociedad en toda democracia.
En cambio, la visión del clero consiste en unir a todo alrededor de nada. Con el pretexto de la hermandad y la necesidad de la unidad que no existe en ningún país del mundo.
El clero une también para tener poder, mientras más fieles haya en un templo, mayor es el poder del cura, y luego de la colonia, obispado, ciudad, estado y país. Todo atento e indefensos a la manipulación política desde el púlpito.
La idea de la unidad total proviene de la monarquía, donde todos debían estar unido para alabar al rey. Así sucedió en México por muchos años, cuando el Presidente gozaba de las canonjías de un monarca, y ahora que la mandataria es democrática, extrañan la parafernalia del viejo reinado, restándole poder en su imaginación, a quien tiene más que nunca el apoyo del pueblo.
A las diferencias de ideas le llaman polarización, ante un proceso progresivo de politización y conciencia social, los conservadores extrañan los viejos tiempos del funcionario que aparecía seguido por media docena de guardaespaldas, en varios automóviles, ropa comprada en el extranjero, elaborada por diseñadores exclusivos. Este tipo de decorado fue lo que inspiraba respeto el pueblo hacia sus mandatarios, aunque todo eso lo pagaran con el dinero de los mexicanos.
Con la añeja idea de que quien más tiene es superior, aunque su riqueza la hayan obtenido de mala manera, crecieron muchos mexicanos que siguen pensando así.
Por ejemplo, partido como morena puede darse el lujo de tener una escisión que incluso quiera formar un nuevo partido político y no pasa nada ni pierde poder, ni la hegemonía ni la consolidación en el poder.
Desde luego que toda división significa depuración, pero como tradicionalmente en México no ha habido partido político sólido, es decir, con raíces sociales auténticas, porque el PRI tenía una fuerza corporativa, no consistía en la comunión con el pueblo sino con los líderes, de la colonia, de la ciudad, de la región. A esto le llamó bases sociales, cuyo nombre separaba de la cúpula a la militancia contundentemente; al mismo tiempo, justificaba que aún dentro de un partido político hubiera niveles y jerarquía. Estaba presente la imitación de la monarquía por la que suspiran, incluso algunos autodenominados progresistas.
Cuando el partido en el poder se divide logra una purga necesaria, gestada desde tiempos atrás, por lo regular por intereses personales enquistados.
El viejo poder político, los partidos, sin excepción, y el clero, todavía no puede despojare del pasado y lo mantiene como sustento o complemento del poder que no ha aprendido a ejercer.
La división de una sociedad se ha querido anunciar como problema social, cuando su origen son las diferencias económicas, no con la forma de pensar. Esta vieja manera de percibir las diferencias sociales llegó a extenderse en México hasta el absurdo de hacer creer que los ricos estaban en la oposición y los pobres estaban en Morena. De ahí surgieron diferencias clasistas que todavía se repiten, como el hecho de hacer pensar que lo que tienen carrera universitaria están en la oposición y quienes carecen de estudios en el partido en el poder y por ignorancia apoyan a ese partido.
La división es clara, así como el origen y sus impulsores. La polarización de la que hablan desde hace algunos años no excluye de la convivencia a la sociedad, porque la solidaridad, que muestra hermandad con sus semejantes, práctica común en México, forma parte de la idiosincrasia, y no corre el peligro de enfrentamientos por ideas políticas, aunque haya quienes provocan para demostrar que hay enemistad entre la sociedad, división y polarización.
Lo mismo sucede con los partidos, se dividen, aunque tengan más coincidencias que diferencias, pero finalmente es sano que haya una purga. El clero es el que no se divide, el clero tiene deserciones irreversibles. La Iglesia católica pierde todo lo días miembros porque se van a profesar otra religión, y no regresan, ahí es donde la voz de los sacerdotes se ve forzada a participar en política porque finalmente el clero es un poder todavía.
La ruptura en los partidos no siempre es señal de decadencia, ni las divisiones anuncian el distanciamiento de la población. A veces son necesarias.