Defensa del INE evidencia ineficiencia de partidos políticos
El Juglar de la Red por Rafael Cano Franco
La concentración ciudadana del pasado domingo no es un hecho casual y tampoco es un evento fortuito, lo que ahí se dejó sentir es la polarización que ha generado el presidente Andrés Manuel López Obrador y que ha dejado agraviada a una buena parte de la sociedad: también queda claro que más allá de los excelentes números de la popularidad del presidente López Obrador, también es muy evidente que cada vez crece el segmento de sus opositores.
Pero lo más trascedente es esa capacidad de la sociedad civil para salir a manifestarse y plantear que no se trataba de ir en contra de nadie, sino en pro de la democracia y de la libertad, esto es importante en la narrativa porque no se trata de un movimiento anti AMLO, sino que tiene un cariz de exigencia a las instituciones.
Que aspectos observamos en esta manifestación para defender al INE del “Plan B”:
En primera instancia que la gran mayoría de los participantes son integrantes de las clases medias, la mayoría con un cierto nivel de estudios que se sienten agraviados por el presidente, por su narrativa, por sus insultos y diatribas, pero sobre todo por la sensación de que se están dando pasos para afianzar una hegemonía de partido, que no quieren volver a repetir.
Esas clases medias que tanto ataca López Obrador, son a ellos a quienes se dirige como “fifís”, “fachos”, “aspiracionistas”, o “conservadores” y es en ese segmento donde más impacto negativo han tenido las decisiones tomadas por el actual gobierno federal
Otro detalle que debe considerarse es que la exigencia ya no es a los partidos políticos; en la primera marcha se les exigía se mantuvieran firmes y no permitieran la reforma constitucional, los partidos cumplieron y por eso surgió este Plan B que se aprobó con la mayoría legislativa de Morena y sus aliados; ahora, el llamado es para la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), para que hagan valer la constitución y no permitan la aplicación de las normas legales contenidas en el “Plan B”.
No es casual que los oradores principales fueron ministros, magistrados, reconocidos abogados o personajes con un amplio conocimiento de las leyes; porque lo que hizo la sociedad civil fue mandar el balón a la cancha de la SCJN. Un tema de leyes debe ser confrontado por los que saben de leyes.
La mega concentración ciudadana también evidenció que los partidos políticos opositores son de muy poco alcance y de una visión muy nublada por su propia soberbia. Pero lo más grave, es que quienes se dicen opositores, como Movimiento Ciudadano, en muchas ciudades se negaron a participar. Ese desprecio es algo que tarde o temprano se los va a cobrar la misma sociedad a la que le dieron la espalda.
Y es que no se trata que sean oposición en las Cámaras legislativas, también era un buen momento para unirse a una causa popular, justo del mercado electoral al que le van a ir a pedir el voto el año entrante.
La concentración fue un éxito. Primero porque se estima una participación nacional cercana a los 2 millones de personas que en 120 ciudades de México y del extranjero salieron a participar, muchos de ellos son arrepentidos de haber votado por López Obrador hace cuatro años.
Fue un éxito porque se exhibió una oposición que no requiere de dinero público para organizar eventos y protestar; porque 2 millones de participantes pueden ser pocos o muchos, depende de quien califique, pero es un evento de descontento espontáneo que establece una base opositora al régimen.
El síntoma más evidente de que fue un acto exitoso es precisamente la reacción de descalificación que el presidente López Obrador hizo en su conferencia mañanera del lunes 27; los adjetivos y los señalamientos son la manifestación de que una fuerza como esa le generó una enorme molestia y gran desazón.
Pero el éxito más notorio es apreciar como las acciones del presidente han terminado por unir a un gran segmento poblacional que no duda en manifestarse y expresar el rechazo a lo que ofrece el gobierno. Eso, en una sociedad poca afecta a la participación en protestas sociales, es el verdadero éxito.
Y sin embargo, ni siquiera esto da garantía de que Morena vaya a perder la elección del 2024; todavía se requiere más, ¡mucho más!