Cenizas de la oposición


La oposición en México nunca había sido tan insignificante como ahora, ni siquiera cuando los partidos de oposición estaban prohibidos por el PRI y sus presidentes represivos que castigaban todo tipo de disidencia.
Cualquier tipo de inconformidad, leve o radical era sancionada severamente por los cuerpos represivos del priismo salvaje, –desde el ejército hasta la DFs– que nunca estuvo dispuesto a dialogar, porque no conocía esa parte de la política. Eran auténticos trogloditas, prueba de ello es la matanza de Tlatelolco. Anteriormente no eran políticos, eran delincuente con las uñas afiladas, quienes gobernaban el país sino producto de una elección donde imperaba el criterio de intereses económicos, pero nunca el servicio a la población.
Esos que reprimían, que desaparecían, que encarcelaban, ahora forman parte de la oposición, lo que explica su falta de propuestas e ideas que pudieran convencer a la población de regresar a esos tiempos.
Las acusaciones de autoritarismo que hace continuamente la oposición es consecuencia de su debilidad, de su falta de conexión con la población, ellos son los menos indicados para reclamar mayorías, o concentración de poder. Nadie les ordenó ser clasistas, discriminadores, machista, supremacistas, misóginos, y todo tipo de complejos de los aspiracionistas.
Nada de lo que ocurre en el país le es ajeno a la oposición, es responsable de lo bueno y malo que sucede en el país, pero sus miembros son muy propensos a la evasión de responsabilidades, una de las causas principales de sus derrotas electorales.
Urge que la oposición resurja, se renueve o emerja de un nucleó de población definido, con vocación y cultura política. La actual oposición es penosa y pocos se salvan de una crítica superficial a cualquier grupo político. La fragilidad de la actual oposición no es gratuita.
La oposición en México padece un proceso de descomposición progresivo que debe detener alguien. Sus propios miembros se faltan al respeto y muestran su propia caricatura, como sucedió con su candidata a la Presidencia de la república que fue un verdadero inulto para el país, aunque hubo quienes complacidos con la burla, votaron por ella.
El Partido Comunista Mexicano, la mayor parte de su vida en la clandestinidad, contaba con discretas bases en los sindicatos, el magisterio, y con el estudiantado, la oposición de ahora está dispersa, no hay núcleo de población donde pueda ubicare su fortaleza, lo mismo puede tener un bastión en una clase media amorfa, como en alguno empresario y en ciertos sectores del clero.
La fragmentación impide su ubicación y dificulta la capacidad de convocatoria, debido a que, además, carecen de líderes que pueda aglutinar más de 500 personas.
Ningún partido de oposición actualmente tiene interés en el servicio público, su idea va dirigida a rescatar del pasado la complicidad entre gobierno y grupos fácticos. Es evidente su nostalgia por el pasado, y no lo disimulan.
El PAN con su sociedad con los empresarios, el PRI con sus relaciones basada en la corrupción, MC quiere postular un candidato la Presidencia basado en un apellido que cumplió casi 30 años de no ser trascendente; es decir van en busca del pasado pero no de la memoria y mucho menos de la historia.
La fragilidad es evidente. Sólo un pueblo sin futuro puede apostarle al pasado y toda la oposición basa sus objetivos en la mirada retrospectiva
La oposición no mordió el polvo, se convirtió en polvo.