Al Olimpo de los Dioses
Cuando la fotografia capta los sueños. Camelot
En la antigüedad todos los caminos conducían a Roma (‘Todos los caminos llevan a Roma’ se refiere a una realidad del Imperio Romano, momento en el que siguiendo cualquier camino se podía llegar a su capital), hoy todos conducen a París, donde aquello se convierte en el Olimpo de los Dioses, allí donde ahora duermen y compiten los más altos, los mas rápidos y los más fuertes. Como cuando aquello inició en Olimpia, con los griegos, que todo lo sabían y todo lo tenían.
En París han concurrido todos los canales deportivos de la televisión del mundo, desde la BBC y la NBC hasta los de moda ahora, Fox, ESPN, Claro Video y Televisa Sport. Los narradores hacen la diferencia. Cada canal, incluido Telemundo y Univisión en español y TVE española, enviaron a lo mejor de sus comentaristas, Beto Lati es uno de ellos, a competir por el dichoso rating, que da anuncios y cliente y billete en pleno. Y uno, cuando ve las tomas de fotografías de algunos de ellos, no termina de maravillarse y extasiarse cuando la lente de uno de ellos capta el momento olímpico, uno de ellos fue cuando el brasileño Gabriel Medina protagonizó hace unos días la imagen más viral de las competiciones de surf en los Juegos de París 2024.
Un fotógrafo francés, Jerome Brouillet, consiguió captar la espectacular instantánea de Medina «volando» gracias, explicó, a que «las condiciones eran perfectas, las olas eran más altas de lo que esperábamos». Esa fotografía ya es catalogada como la fotografía de la olimpiada. Otra y muchas más, ocurrió cuando un ciclista va recorriendo la Basílica del Sagrado Corazón (Sacré Coeur) en Montmartre, que al pie de las escaleras, que uno se asoma a ver París desde lo alto, y ahora sirvieron de asiento al público, sobresale una bandera mexicana, que la hacer ver linda la fotografía. Podría haberse titulado: Esa Bandera o Un Mexicano en París. Allá andan los fotógrafos más eficaces del mundo. Los que compiten con el legendario Robert Capa, Henri Cartier-Bresson y otras leyendas. En el tiempo pasado, cuando alguien salía publicado en la portada de Life, el éxito era inmediato. Life vendía millones de ejemplares semanales. Por eso ahora mismo en el Museo de Boston, exhiben una exposición de la revista de 1936 a 1972.
Porque Life sí que marcó vidas. Afectó a la comprensión del mundo y a las actitudes de la gente, y adquirió el poder de un registro compartido, de una historia. “Eran las tres cadenas [de televisión] juntas”, dice Stan Flink, de 99 años, antiguo reportero y corresponsal de Life, en la audioguía de la exposición. Incluye algunas de las fotografías más conocidas del siglo XX. Entre ellas: la fotografía de Capa del desembarco en Normandía en 1944 (que el fotógrafo Matthias Bruggman describe en la audioguía como “la Mona Lisa de la fotografía de conflictos”); la fotografía de J.R. Eyerman de 1952 de un público viendo una película con gafas en 3D; la fotografía de Alfred Eisenstaedt de 1945 de un marinero besando a una mujer en el Día V-J; y la fotografía de Frank Dandridge de 1963 de Sarah Collins, de 12 años, hospitalizada con los ojos lesionados tras el bombardeo de la iglesia baptista de la calle 16 de Birmingham, que mató a su hermana y a otras tres niñas.
¿Quién será ahora el ganador de la mejor fotografía de las olimpiadas?