A sancionarse a sí misma la 4T
La falta de representantes de la oposición obliga a las instancias de Morena dentro y fuera del gobierno, a convertirse en sus propios críticos, incluso en sus estrictos sancionadores de los excesos que pudieran surgir de un ejercicio de la política sin contrapeso.
Todo gobierno comete errores y la oposición, en los últimos seis años exigió perfección. Hasta la moda o la forma de vestir se convertía en un problema coyuntura del Estado mexicano para una derecha paupérrima en ideas.
La ausencia de oposición no puede prolongar la impunidad que no debe permitirse nunca más a nadie. Desde luego que existe la dependencia que encabeza Raquel Buenrostro, la secretaría de la Función Pública que vigilará con la acostumbrada rigidez de su proceder a los funcionarios pero no toda responsabilidad puede recaer en esas oficinas.
El caso de la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado es un ejemplo claro de una conducta poco profesional que debe, por lo menos implicar una amonestación. Independientemente de la carencia de cultura musical, la mandataria fue cuestionada por no atender personalmente el caso de 11 cadáveres encontrados a más de seis horas de distancia y a casi 500 kilómetros.
Morena debe adoptar como partido y el gobierno federal una instancia que no sólo atienda los casos de presunta corrupción sino de irresponsabilidades de sus integrantes, y actuar con severidad y exhibiendo a los faltos de ética del partido en el poder.
La oposición crece de representación social como para convertirse en una instancia que denuncie actos que están fuera de la ortodoxia gubernamental. En estos momentos no hay oposición que pueda tener la calidad moral de exigir destitución de nadie. Les hacen falta miembros en su organización y arraigo en la sociedad. No por eso pueden escapar de una llamada de atención o castigos más fuertes, contra los miembros del propio partido. Históricamente la derecha se ha visto falta de autocrítica y necesita también un órgano que les haga volver al redil, sobre todo en términos ideológicos.
Desde luego la petición del PAN es absurda, no sólo por carecer de sustento social para pedir destitución sino porque la gobernadora estaba a 456 kilómetros de distancia. Pero como los miembros de ese partido conocen Polanco en la Ciudad de México, Washington, a donde van a dejar las quejas del gobierno; París, donde nada entienden pero se sacan muchas fotos; Londres, para escuchar un inglés diferente al que les enseñaron en su colegio; y, sobre todo, Madrid, una madriguera de panistas prófugos de la ley, poco saben de la geografía de su país y menos aún de un estado como Guerrero.
La frivolidad en la política debió ser castigada desde los coqueteos de José López Portillo con estrellas de la farándula, pero en ese tiempo toda acción de los presidentes era una hazaña que debía aplaudirse. Era una gracia, aunque se tratara de un acto de retrasados mentales.
Esa frivolidad debe terminar, sobre todo en lugares críticos y en circunstancias poco favorables para la población.
A la oposición habrá que dejarla fiera de todo mientras carezca de representación social, porque ahora es sólo un club de socios, si bases, sin arraigo social, sin consignas, ni proyectos. De otra manera la oposición se irá diluyendo hasta desparecer en su totalidad y los contrapesos serán velados, oscuros incluso clandestinos y no por la censura o la prohibición sino por el radicalismo que todo movimiento adopta cuando está agonizando y la derecha tiene más intereses que proyectos. La democracia en nuestro país exige una oposición pensante y lejos del delito.
La oposición debe volver a adoptar su personalidad ideológica, su responsabilidad social y su compromiso con su contexto histórico. Mientras esto no suceda e intente hacer una crítica, por mínima que ésta sea, sólo estará viendo la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.