10 vidas
Por Alana Escalante González
Recientemente vi una película titulada “13 vidas”. Trata de un caso real que sucedió al norte de Tailandia, en 2018, donde 12 niños y su entrenador de fútbol quedaron atrapados en un sistema de cuevas inundadas por las lluvias monzónicas. Durante unos días, el mundo entero se detuvo para fijar sus miradas en esos niños, encerrados en una cueva fría, sin comida, perdiendo oxígeno a cada respiro, y sin ninguna luz que les brindara algo de esperanza. Las fuerzas militares, voluntarios de todo el mundo y el gobierno hicieron hasta lo imposible por ayudar a esos niños.
Ni siquiera había acabado de mirar la película cuando una pequeña espina se clavó en mí. Al sacarla, me di cuenta de que el dolor era a causa de un caso muy similar, un caso que no sucedió tan lejos de donde estoy, ni tanto tiempo atrás.
Los mineros atrapados en el pozo de carbón en Coahuila el 3 de agosto de 2022. 10 mineros quedaron atrapados en la mina de El Pinabete debido a una inundación.
Me llena de rabia leer las noticias y darme cuenta del porqué esa diminuta espina dolió tanto.
En el caso de Tailandia, no solamente las familias y los vecinos estaban reunidos, tratando de apoyarse mutuamente ante la incertidumbre y la desesperación, sino que también estaban el gobernador de la región y el ministro del país. Aquellos hombres estaban presentes en la situación, contemplando y apoyando en primera mano; estaban mojándose por las lluvias torrenciales, manchando sus zapatos en el lodo, dando la cara al mundo entero, que esperaba por noticias. Ellos permitieron que se hiciera algo moralmente ilegal para salvar a los niños. Estos hombres se hicieron cargo del hecho, asumieron la responsabilidad de cualquier paso en falso que se pudiera dar y de cualquier pena que pudiera acontecer.
¿Qué hizo nuestro queridísimo presidente ante el desastre en Coahuila? ¿A caso se presentó en la escena? ¿A caso movilizó al mundo para ayudar a los atrapados mineros? ¿A caso fue un humano y tuvo una pizca de sensibilidad, para darle consuelo y condolencias a las familias de esos hombres?
Nuestro querido presidente ni siquiera se apareció en el municipio de Sabinas, donde sucedió la tragedia. Nunca ha hecho un informe certero. Nunca ha dicho explícitamente que los mineros fallecieron, o quién fue el causante de todo, o qué tanto trabajo se invirtió en salvarlos.
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Hasta ahora, meses después, la mejor respuesta que hemos recibido de estos mineros es que las familias serán indemnizadas. La mejor respuesta que nos han dado es que el presunto responsable de la explosión, que inundó por segunda vez la mina, será apresado. La mejor respuesta es que es “un asunto complicado”. ¿A caso López Obrador piensa que una vida humana se puede comprar?
¿A caso piensa que esas familias estarán en paz, sabiendo que no se hizo todo lo posible por salvar a sus seres queridos? ¿A caso piensa que un abrazo al aire calmará la agonía de estos seres que ni siquiera recibirán la justicia debida?
¿Por qué nadie dice nada?
¿Es que, acaso, nos hemos vuelto su rebaño, comprados por las pensiones de “más de 65” y las mentiras que nos vende todos los días por la mañana? ¿Qué tan ciegos estamos? ¿Cuántas vidas más tendrá que cobrar la muerte para que nos demos cuenta de la dirección en la que vamos con nuestro amado presidente?
13 niños, una cueva, lluvias torrenciales, profesionales no entrenados para el buceo necesitado y equipos intentando métodos nunca antes probados para salvarlos.
10 hombres, una mina, sin esperanza, sin un líder que muestre la cara, con un presunto sospechoso y una indemnización por sus muertes aún no confirmadas.
No pido mucho, realmente. Sólo quiero que alguien, aunque sea una sola persona, abra los ojos y se dé cuenta de quién es nuestro presidente, quiénes son nuestro gobierno. Quiero que alguien se dé cuenta de que el siguiente podría ser él mismo, sin esperanza, sin justicia. Quiero que alguien se dé cuenta de que en México no serán sólo 10 vidas las perdidas, porque poco a poco, ese número irá incrementando.
Porque, si nadie abre los ojos, todo el país se verá encerrado en una cueva tan oscura y peligrosa al igual que esos niños, y, desafortunadamente, no habrá nadie que vaya a mover el cielo y la tierra para rescatarnos.