El desamparo empresarial
El Consejo de Negocios le dio el tiro de gracia al PAN. Ante la extinción de este partido, incapaz de seguir representando los intereses de los empresarios más reaccionarios, éstos tomaron la decisión de defenderse solo y tomar la representación legislativa por asalto.
Toda inversión tiene su riesgo y esta vez el riesgo no fue medido, nadie lo imaginó como resultado de su distancia de la gente, pero sobre todo de la realidad. El divorcio entre el empresariado que estaba sobrerrepresentado por el PAN, el PRI, el PRD y MC, independientemente de sus espacios privilegiados en los medios y sus imprudentes participaciones como voceros de sí mismos en conferencias y simposium.
Loa empresarios están más pobres que nunca en México a pesar de que han tenido ganancias económica sin precedente. Extrañan el poder, el acercamiento con el Presidente, sus evasiones fiscales millonarias, su información de primera mano sobre las devaluaciones y fluctuaciones.
Es por ello que ahora quieren que se revise algo que ellos llaman sobrerrepresentación, si un gremio ha estado representado en las disposiciones de gobierno han sido los empresarios. Par ellos casos de homicidio imprudencial deben quedar impunes si entra en el marco de la explotación, es decir de las tareas de los trabajadores. Ahí está el ejemplo de Pasta de Conchos, donde la impunidad campea y la justicia sigue sin aparecer.
Nadie los ha amenazado pero ante el cúmulo de delitos sumados la posibilidad de ser detenidos siempre estará latente en un verdadero estado de derecho. Deben muchas y no se limitan sus excesos a evasiones fiscales sino que tienen que ver con toda la gama de delitos graves, siempre en complicidad con esa parte del gobierno que ahora quieren compensar, diputados, senadores, secretaros de estado, gobernadores, presidentes municipales policías y presidentes dela república.
Si los empresarios no hubieran estado sobrerrepresentados en México no hubiera habido Fobaproa, Pacto por México, exenciones fiscales y salarios mínimos congelados por años, entre otras muchas concesiones otorgadas en las diferentes instancias de los tres poderes de la Unión. Ahora, los empresarios saben que sus negociadores están en la lona y lo único que pueden pedir, desde todos sus foros, que no son pocos, que no se cumpla la ley, que no le otorguen a Morena lo que, por ley, le corresponde para que ellos puedan, por lo menos, respirar por la herida.
Quienes firman el desplegado para rectificar la “sobrerrepresentación”, son los mismos grandes deudores al SAT. Las listas prácticamente tienen a las mismas personas. Es decir, que de no haber PAN y PRI esas “exenciones” fiscales no hubieran existido, porque los legisladores de estos partidos influyeron, de manera notoria, y, ahora que nadie los representa con fuerza suficiente para seguir protegiéndolos, surgen de la miseria delictiva en donde siempre se han ubicado y desesperados, exigen seguir manteniendo sus privilegios.
Los empresarios sin su grupo de choque que representaban los legisladores panistas y priistas, se colocan en la línea de fuego. Al fin y al cabo, legos en la verdadera política y sobre todo del compromiso social, sólo se colocaron en el blanco de los cuestionamientos y, sobre todo, de las investigaciones. Esto, para grupos que tienen mucho que ocultar, puede ser muy dañino para sus intereses, porque la historia de esos empresarios es oscura y delictiva.
Algunos de ellos fueron legisladores como el caso de Gustavo de Hoyos y otros llegaron a los sitios en el gobierno más adecuados a sus intereses. Hubo un momento en que Nacional Financiera era una parcela de poder de los empresarios. Si esto no es sobrerrepresentación empresarial entonces no podemos hablar de la verdad de su origen privilegiado, basados en delitos graves.
Los empresarios afiliados a este grupo no están acostumbrados a que se les contradiga, su habitual forma de actuar radica en imponerle criterios a los legisladores y a los integrantes de los tres niveles de gobierno. Es por eso que ahora se sienten desprotegidos, son lo son, simplemente deben ceñirse, por primera vez en más de 70 años, a la ley que dicen respetar. Simplemente se les acabó su propia sobrerrepresentación.