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Mitos, enemigos secretos del ascenso profesional de las mujeres

Mitos, enemigos secretos del ascenso profesional de las mujeres

Mitos, enemigos secretos del ascenso profesional de las mujeres

Por techos de cristal, laberintos o acantilados, la subrepresentación femenina en la C Suite prosigue después de un paulatino avance hasta la pandemia mundial de 2019, cuando presentó un súbito retroceso.

Desde 2015, el número de mujeres en la alta dirección aumentó del 17 al 28 por ciento, y la representación de las mujeres en los niveles de vicepresidenta y vicepresidenta sénior también mejoraron significativamente a nivel global.

Estos logros eran frágiles: el lento progreso de las mujeres en los niveles de gerente y director creció solo tres y cuatro puntos porcentuales mientras la gigantesca “Gran Ruptura” post pandémica continua en muchas economías desarrolladas y emergentes para las mujeres en el nivel de dirección. Hoy vemos menos mujeres en la fila para ocupar puestos altos.

Aunque existen muchas razones para explicar la asimetría laboral de los géneros, una muy peculiar aparece con la cultura y concretamente con la mitología sobre lo femenino.

Uno muy extendido es que las mujeres son cada vez menos ambiciosas. En realidad las mujeres son más ambiciosas que antes de la pandemia y la flexibilidad  alimenta el deseo de ellas de escalar en la pirámide organizacional.

En cada etapa del proceso, las mujeres están tan comprometidas con sus carreras y tan interesadas en ser promovidas como los hombres. Las mujeres y los hombres en el nivel directivo, cuando la alta dirección está a la vista, también están igualmente interesados en roles de liderazgo sénior. Las mujeres jóvenes son especialmente ambiciosas. Nueve de cada diez mujeres menores de 30 años quieren ser ascendidas al siguiente nivel, y tres de cada cuatro aspiran a convertirse en líderes sénior.

Aproximadamente el 80 por ciento de las mujeres quieren ser ascendidas al siguiente nivel, en comparación con el 70 por ciento en 2019. Asimismo, la flexibilidad permite a las mujeres perseguir sus ambiciones.

El segundo mito más extendido es que el mayor obstáculo para el avance de las mujeres es el “techo de cristal”, pero “peldaño roto” es el mayor obstáculo al que se enfrentan las mujeres en el camino hacia el liderazgo sénior.

En general, las mujeres se enfrentan a su mayor obstáculo en el primer paso crítico hacia la gerencia. Este año, por cada 100 hombres ascendidos de nivel inicial a gerente, 87 mujeres fueron ascendidas. Como resultado de este “peldaño roto”, las mujeres se quedan atrás y no pueden ponerse al día.

 

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El tercer mito es este: Las microagresiones tienen un impacto “micro”. En realidad las microagresiones tienen un impacto grande y duradero en las mujeres y son una forma de discriminación cotidiana que a menudo tiene sus raíces en prejuicios. Incluyen comentarios y acciones, incluso los sutiles que no son abiertamente dañinos, que degradan o menosprecian a alguien en función de su género, raza u otros aspectos de su identidad. Son una señal de falta de respeto, causan estrés agudo y pueden tener un impacto negativo en la carrera y la salud de las mujeres.

Como resultado, el lugar de trabajo es un campo minado mental para muchas mujeres, en particular para aquellas con identidades tradicionalmente marginadas. Las mujeres que experimentan microagresiones son mucho menos propensas a sentirse psicológicamente seguras, lo que hace que sea más difícil tomar riesgos, proponer nuevas ideas o plantear preocupaciones.

Si deseamos empresas altamente inclusivas donde el ascenso de las mujeres en puestos de decisión sen más equitativas y la contribución de la población económicamente activa femenina aumente el Producto Interno Bruto de las naciones, es posible experimentar avances con sólo desterrar tres credos falsos en el lugar de trabajo. Lo necesitamos.

 


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