Ritual maya “Jets Lu’um” para calmar la tierra
En una remota comunidad maya en la Península de Yucatán, la tradición ancestral de Jets Lu’um, que significa “Calmar la Tierra”, cobra vida una vez más.
Este ritual sagrado se lleva a cabo año tras año con un propósito claro: alejar a los malos espíritus de los terrenos y asegurar la protección y la prosperidad para aquellos que los habitan, según la arraigada creencia y fe de quienes lo realizan.
En esta ocasión, el motivo de convocar al sacerdote maya y realizar la ceremonia fue una serie de acontecimientos desafortunados: la repentina muerte de los animales de traspatio y la sequía que afectó las plantas de un propietario preocupado por el bienestar de su hogar y su familia.
Ritual maya “Jets Lu’um”: alejar a los malos espíritus de los terrenos y asegurar la protección y la prosperidad
La comunidad se reúne en torno a esta ceremonia con un sentido de devoción y gratitud, honrando así la herencia y las costumbres que han sido transmitidas por generaciones.
Los preparativos comienzan con la elaboración de alimentos y bebidas, entre ellos el Sak’a, una bebida sagrada para los mayas.
Además, se prepara una masa sazonada con pepita molida, envuelta en hojas y cocida como ofrenda a los espíritus y a los malos vientos, con el fin de implorar que no causen daño a las personas, animales y plantas que residen en la propiedad.
Una vez que los alimentos sagrados están dispuestos, la ceremonia alcanza su punto culminante
Se ofrecen plegarias a las deidades y a los espíritus, solicitando su protección y bendición sobre la familia, los animales y las plantas del predio.
Es un momento de conexión profunda con lo divino, donde la fe se entrelaza con el respeto por la naturaleza y la reverencia por las fuerzas que gobiernan el universo según la cosmología maya.
Jets Lu’um no es solo un ritual; es un vínculo tangible con las raíces culturales y espirituales de la comunidad, recordándoles su conexión con la tierra y sus antepasados, y renovando su compromiso de cuidar y preservar este legado para las generaciones venideras. Fotos: I Love Yucatán