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Segunda Fumata negra en el Vaticano

Segunda Fumata negra en el Vaticano

*El misterio del cónclave revive siglos de tradición

Ciudad del Vaticano.– A las 11:55 de la mañana, hora de Roma, la tradicional chimenea de la Capilla Sixtina lanzó una densa fumata negra, señal inequívoca de que los 133 cardenales reunidos en el cónclave aún no han alcanzado un acuerdo sobre quién será el próximo líder de la Iglesia católica. Con ello, el Vaticano revive uno de sus rituales más enigmáticos y cargados de simbolismo, anclado en siglos de historia.

Desde la plaza de San Pedro, la expectación es palpable. Cientos de fieles, turistas y medios de comunicación de todo el mundo observan con atención el pequeño conducto que comunica al mundo exterior las decisiones del interior sagrado. En una época dominada por la inmediatez de las redes sociales y la sobreexposición mediática, el Vaticano conserva la fuerza del silencio, comunicándose únicamente a través del humo que brota de esa estrecha chimenea.

Esta discreción no es fortuita: desde el siglo XIII, el cónclave funciona bajo el principio del secreto absoluto. Aislados del mundo, los cardenales dialogan, reflexionan y votan tantas veces como sea necesario, hasta alcanzar los dos tercios de los votos —al menos 89— para proclamar al nuevo pontífice.

Segunda Fumata negra en el Vaticano

El proceso tiene tanto de política interna como de espiritualidad. Y si bien uno de los nombres que más suena es el del secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, el misterio persiste. Como cada vez que se convoca un cónclave, las especulaciones abundan, pero el desenlace sólo lo anunciará el humo blanco y el solemne “Habemus Papam”.

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La historia recuerda que algunos cónclaves se resolvieron con sorprendente rapidez —el más breve en apenas diez horas—, mientras que otros se alargaron durante años, como el de 1268-1271, que duró más de mil días. En los últimos siglos, sin embargo, la elección ha tendido a resolverse en cuestión de días, como ocurrió con Benedicto XVI y Francisco, elegidos al segundo día.

Por ahora, los cardenales interrumpen temporalmente sus deliberaciones para comer y descansar antes de una nueva ronda de votaciones. Afuera, el mundo sigue mirando al cielo de Roma, aguardando la señal definitiva.


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