¿Es viable el Humanismo Económico?
Por: Jorge Torres Góngora
Cada acción, decisión o comportamiento económico tiene su origen y repercusión en uno o varios seres humanos, de carne y hueso, con nombre y apellido. Al hablar de Economía, al analizar sus variables y discutir su evolución, al diseñar e implementar una política económica, es fundamental no perder de vista dicho impacto.
Hay algunos economistas que se han preocupado por impulsar la ética y los valores humanos en su trabajo. Uno de los más conocidos es Amartya Sen, premio Nóbel, sin embargo, otros han destacado por sus interesantes planteamientos.
José Luis Sampedro, por ejemplo, destaca que la Economía clásica tradicional, no ha sido capaz de encontrar la respuesta adecuada a los problemas que surgen del sub- desarrollo en la mayor parte del mundo, el injusto reparto de la renta, la distribución oligárquica del poder, y la falsa libertad del consumidor en el mercado, al cual ve como el gran corruptor, y en el cual sólo es libre quien tiene dinero. Cuestiona así la libertad que supuestamente promueve el actual modelo económico neoliberal, que, por el contrario, condena a las personas tan solo a producir y a consumir.
También ataca que en el mundo de las finanzas se busquen ganancias estratosféricas sin producir nada, sin aportar nada a la evolución humana, y en cambio, a partir de la especulación, lacera el bienestar de millones de personas en el mundo, con el solo objetivo de enriquecer a unos cuantos.
Por su lado, Eugenio di Marco insistía en lo valioso que resulta la ética para construir un modelo económico y social más justo. Realizó valiosas críticas al proceso de globalización, el cual provocó que las grandes empresas transnacionales fueran las únicas capaces de enfrentar los nuevos retos de producción y de distribución, destruyendo con ello la participación local de millones de pequeñas empresas y apropiándose de mercados enteros.
En el actual proceso electoral, la Alianza Sigamos Haciendo Historia ha planteado claramente que el Humanismo Mexicano, aplicado, según ellos, por el actual gobierno y lo que llaman la 4ª transformación, será su modelo a seguir.
Aunque no están muy claros los preceptos que, para esa fuerza política, integra y promueve dicho modelo, aciertan en poner sobre la mesa ciertos temas esenciales para repensar y redefinir los principios básicos de un Humanismo Económico, el cual debería ser la base de cualquier planteamiento de política económica, independientemente de la ideología gobernante. Poner en el centro de atención los efectos en el bienestar del ser humano de las distintas prácticas económicas, debería ser el objetivo fundamental del pensamiento y la acción en dicho ámbito.
Es un error pensar que dotar a la Economía de un sentido humanista erosiona su carácter técnico-científico y debilita los equilibrios que algunos expertos defienden. No son caminos encontrados, aunque es claro que hay que replantear algunas reglas, prácticas y valores de la dinámica económica actual y su enfoque dominante. Está claro que el modelo actual es permisivo de abusos, ineficiencias y trampas que tienen un efecto nocivo sobre la economía de millones de personas y familias, y que deben evitarse en la nueva perspectiva.
Y es que cuando la compasión humana está ausente, la ciencia económica poco aporta a la evolución social, y al logro de una sociedad más próspera y más justa.
Estoy convencido de que es viable la implementación de un modelo económico humanista, que coloque al ser humano como el centro de los objetivos económicos, con un sistema financiero que sirva como base para impulsar el crecimiento productivo y el bienestar social, en vez de dedicarse a especular. Los cambios institucionales a realizar son múltiples y profundos, y requieren de una auténtica transformación de la economía nacional, con base en un amplio consenso social. Adicional a los esfuerzos internos, será necesario el replanteamiento de la relación económica con los países más desarrollados. Es lo justo.
